


Necesitamos razonar como especie
José Mujica, expresidente de Uruguay.
El mejor documental de este año, según los premios Goya, es Frágil Equilibrio, una película sobre el mundo y el hombre actual, sobre el ensordecedor griterío de nuestra torre de babel y ese hilo argumental común que nos pueden ayudar a acallarlo y razonar juntos como especie. Guillermo García López retrata este complicado lugar en el que se ha convertido nuestro mundo, un desastre en el que resulta difícil encontrar sentido a la vida, pero que aparece iluminado por las recetas de Mujica para cambiar el mundo y celebrar nuestra existencia.
Además de su valor como pieza cinematográfica, el valor de Frágil Equilibrio es el de su equipo: un grupo de profesionales del cine que, con muy pocos medios, deciden hacer un documental de denuncia social. ¡Y consigue que se vea en España! Ahora que su distribución ha aumentado gracias a la consecución del Goya y que cumplen tres meses en cartelera, me parece necesario alabar el trabajo del equipo para conseguir que su mensaje llegue, acudiendo ellos mismos a las sesiones de los primeros cines que decidieron programar su película.
Gracias a esto, tuve la suerte de poder escuchar al director comentar cómo contactaron con Mujica, las dificultades del rodaje, como algunas historias que les hubiera gustado contar se les escaparon, como tuvieron que renunciar a otras por no ser lo suficientemente cinematográficas, sus planes de innovar en la difusión una vez que acabe su periplo por las salas…
Frágil Equilibrio es una deliciosa muestra de cine documental con mayúsculas
Frágil Equilibrio es una deliciosa muestra de cine documental con mayúsculas, una historia que es capaz de mantenerte clavado en tu asiento, engancharte a un hilo que desde el principio tienes claro dónde te lleva. Ya antes de los títulos de crédito la película nos pone en antecedentes: jóvenes africanos que esperan en Marruecos, en el Gurugú para entrar en España, un hombre desahuciado de su casas en Madrid y un metro que tiene que parar porque alguien ha decidido quitarse la vida tirándose a sus vías en Japón.
El director presenta la película como un canto a la vida, mostrándonos tres historias en las que sus protagonistas sienten que la vida propia no vale mucho. Tres historias que encajan como unas muñecas matrioskas: los chicos dispuestos a morir en el Gurugú para llegar a España se cambiarían por los «parias» que han sido desahuciados de la opulenta sociedad occidental, que a su vez se cambiarían sin dudarlo por el ejecutivo japonés que es incapaz de encontrar sentido a su vida que consiste poco más que en ganar y gastar dinero.
Uno de los momentos álgidos de la película es la mirada desafiante de los africanos durante la entrevista en el monte Gurugú. Los jóvenes que malviven en los bosques hasta tener la oportunidad de intentar saltar la valla que les separa de España le piden al director poder hablar directamente a cámara, mirarnos a los ojos para acusar, para acusarnos: ¿es esto el siglo XXI? Pero esta pregunta también nos la hacemos al otro lado de la valla…
El resultado es una película poética sin caer en el preciosismo, dinámica pero con espacio para las pausas necesarias para digerir las historias que estamos viendo. La historia está conducida impecablemente por el discurso del expresidente de Uruguay, Pepe Mujica: un discurso firme pero suave, que a pesar de la crudeza de su análisis ofrece un mensaje con una infinita ternura y optimismo. Un canto al optimismo informado: el mundo está mal, nuestro mundo está mal, pero la vida es maravillosa y él y este documental tienen una propuesta de cambio. Cambiar lo que no nos gusta está en nuestras manos, tenemos poder para cambiar empezando por nosotros mismos, de la butaca al mundo.
El principal valor de Frágil Equilibrio es el producto cinematográfico que consigue que el espectador deje el cabreo y la frustración en la butaca y salga con la sensación de que el cambio depende de él
Aunque como me ha dicho algún amigo «parece un programa de Salvados pero sin Évole», creo que el principal valor de Frágil Equilibrio, que efectivamente no cuenta nada nuevo, es el producto cinematográfico que consigue y su capacidad para que el espectador deje el cabreo y la frustración en la butaca y salga con la sensación de que el cambio depende de él, aunque sea empezando por la primera matrioska de ciudadano privilegiado que a veces pierde su vida en una espiral de trabajo y consumo, como los ejecutivos japoneses.
José Mujica tiene actualmente otros dos proyectos cinematográficos: un documental sobre los cambios sociales In the same boat, con el desaparecido Zygmunt Bauman y una película sobre sus años de guerrillero. A sus 81 años, Mujica no tiene tiempo que perder para hacernos llegar su mensaje y ayudarnos a razonar como especie.
Y es que, el mundo en el que vivimos tiene un frágil equilibrio y no parece que lo estemos encontrando.