Si alguna consecuencia positiva podría tener la falta de producciones ocasionadas por la pandemia es la sucesión de reestrenos que estamos viviendo en salas y que permiten disfrutar —o descubrir— en pantalla grande obras maestras de fuerza incuestionable. Estos reestrenos, además de suponer una oportunidad excelente para los amantes del séptimo arte, favorecen, a su vez, vivir la ilusión de una época pasada, cuando se podía disfrutar de la liturgia cinematográfica con una serie de lujos que por entonces se llamaban “normalidad”.



Si hace algunas semanas llegaba a la cartelera la excelente Deseando amar, del director Wong Kar-Wai, en esta ocasión alumbra la pantalla su secuela 2046. Se trata de una película que recoge al mismo personaje que dejamos en la anterior para explorar el recorrido nostálgico que vive tratando de reencontrar su amor imposible. No es una continuación al uso, ni una repetición de la misma historia. Se trata de algo más complejo quizá solo equiparable al golpe de memoria que provoca el reencuentro con el aroma olvidado de una persona querida.
A la indefinición de los marcos temporales y la representación tanto de la realidad del Sr. Chow como de la recreación de su novela, se suma una estructura fragmentada que va saltando entre capítulos sin un orden claro.
El Sr. Chow quiere alojarse en la habitación número 2046, recuerdo del lugar donde vivía sus furtivos pero castos encuentros con su amada Sra. Chan mientras ella le ayudaba a escribir su novela en Deseando amar. No obstante, la habitación se está remodelando y le ofrecen la siguiente, la 2047. Hecho al lugar, termina por quedarse durante un periodo indeterminado durante el cual va observando y relacionándose con todas las inquilinas que van pasando por la 2046 mientras trata de ganarse la vida escribiendo una novela de ciencia ficción futurista. En ella, el protagonista es el único hombre que ha decidido regresar de un lugar —o tiempo— llamado “2046”, donde todo permanece en un continuo estado de felicidad.
Tratar de comprender la lógica causal de la película se torna una misión imposible. A la indefinición de los marcos temporales y la representación tanto de la realidad del Sr. Chow como de la recreación de su novela, se suma una estructura fragmentada que va saltando entre capítulos sin un orden claro. Esa aparente amalgama de tramas y subtramas contribuye a establecer un viaje más emocional que narrativo pues, sin una historia cartesiana a la que poder agarrarse, el único asidero que le deja Wong Kar-Wai al espectador es la verdad de los sentimientos de sus protagonistas al lidiar con el desamor.
Con planos de tremenda belleza que recrean, de nuevo como en Deseando amar, una atmósfera nostálgica, 2046 es una película para dejarse llevar en un viaje emocional desde la gran pantalla.