


Contada por encima, casi parece que la trama de Animales fantásticos y dónde encontrarlos va a ser algo así como una partida de Pokemon Go en medio del universo Harry Potter. Encontrar a Eddie Redmayne de protagonista con toda su parafernalia de tics y manierismos no ayuda a forjarse una buena impresión; como tampoco ayuda el abuso de la estética digital de aventura de superhérores. Por todo ello, termina sorprendiendo que, debajo de tanto pixel, encontremos de hecho una película interesante.
Nueva York, años veinte. El zoólogo Newt Scamander llega a la gran ciudad con una maleta llena de bichos mágicos. No se conoce a priori cuáles son sus intenciones, pero se intuye que tienen que ver con la conservación y protección de una fauna que, aunque invisible para las criaturas mundanas, sufre el acoso del ser humano corriente y está al borde de la desaparición. Al llegar a la ciudad de los rascacielos, el joven inglés, ex alumno —expulsado— del colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, se encuentra con una sociedad dividida. Los magos tratan de ocultar su rastro mientras se oyen voces que piden «un nuevo Salem»; de Europa llegan las inquietantes noticias acerca de los ataques Gellert Grindelwald, un malvado mago que busca la dominación mundial de la clase mágica sobre la no-mágica; y en la ciudad empiezan a acontecer sucesos extraños que ocasionan desde derrumbes fortuitos hasta horrendos asesinatos. Por todo ello, cuando a Scamander se le escapan los animales de su maleta, el caos que estos provocan —y la procedencia europea del zoológo— le pondrán en el punto de mira de los aurores encargados de proteger a la comunidad mágica.
Al tiempo precuela y spin-off de las aventuras de Harry Potter, la película se vale con acierto de un sinfín de referentes que, no cabe duda, están presentes en el imaginario del público principal de la entrega de esta nueva pentalogía. Desde los pequeños símbolos —esencial el detalle de las Reliquias de la Muerte— hasta los nombres o apellidos que, sencillamente, resuenan en la mente del espectador forofo de la saga, como la mención a Leta Strange —familia directa de la malvada Bellatrix—, y que en el filme apenas sale unos instantes en la piel de Zoë Kravitz —hija del famoso músico—.
Sin embargo, los no iniciados en el universo mágico también encontrarán una historia más que interesante. El filme, casi como reflejo de los tiempos, retrata una sociedad xenófoba y crispada donde la política y los medios de comunicación de masas comparten lazos filiales; narra una aventura con un protagonismo coral tanto en género como en diversidad que debe hacer frente conjuntamente a las adversidades; y perfila una historia de rescate y salvación, y no sólo en lo referente a la fauna mágica pues el zoólogo, al final, deberá tratar entre sus fieras con el trauma —corporeizado en un inquietante ser con forma de nube negra— de una víctima de acoso en el ámbito familiar.
Sin duda, una película interesante.