


Carlos es un alto ejecutivo de una gran empresa. Tiene todo cuando podría desear: una casa de lujo, una familia a punto de ampliarse con la llegada de una niña, y una posición más que respetable en el ámbito de los negocios del corazón de Europa. Todo apunta, además, a que su situación no hará más que mejorar cuando se consolide su posición como socio de la firma donde trabaja, lo que implicaría un traslado a Nueva York. Todo un orgullo para su madre, a la sazón diplomática de alto nivel de la ONU. No obstante, surge un pequeño inconveniente.
En un lejano país de África, un ingeniero de una petrolera socia de su empresa ha sido secuestrado, aparentemente por motivos políticos. Esto no afectaría en absoluto a Carlos de no ser porque se trata del mismo país africano donde él trabajó en su juventud como cooperante de una ONG. Este hecho, así como la cercanía personal con el entorno de los secuestradores, motiva que sus superiores le encarguen la difícil misión de mediar entre ellos y las autoridades locales. El objetivo final es lograr mantener una frágil estabilidad en el país que no desmorone los intereses de la petrolera ni de sus socios.
Carlos es obediente y también ambicioso, por lo que acepta el complicado encargo pues promete afianzar más incluso su posición. Por eso toma un vuelo con su traje y su corbata, dispuesto a negociar una entrega de rehenes mientras el gobernante local da fiestas en su honor. Sin embargo, el regreso al lugar en el que trabajó no solo trae recuerdos de su juventud como cooperante, también desentierra secretos que terminarán por afectarle en lo más personal, al tiempo que vuelve a contemplar la injusticia social que antaño le motivara.
Segundo largometraje del director Esteban Crespo, que también firma el guion junto a David Moreno, Black Beach toma su nombre de una de las prisiones más atroces del mundo
Segundo largometraje del director Esteban Crespo, que también firma el guion junto a David Moreno, Black Beach toma su nombre de una de las prisiones más atroces del mundo. El tono, por tanto, queda marcado en el drama desde el comienzo, si bien no termina de circunscribirse a él.
Con un relato que navega entre el thriller político y la película de acción, la propuesta es sin duda disfrutable en su mayor parte. Las interpretaciones de Raúl Arévalo y, muy especialmente, de Candela Peña, dotan de verdad dramática a una obra que, quizá por la pretensión de engatusar al mercado americano, toma algunos de los vicios de aquella industria y que resultan un tanto impostados en una producción que pretende trascender en profundidad más que en pirotecnia.
Por otro lado, la deriva entre los géneros, así como una construcción de corte grueso en diversos instantes, y la longitud de un tercer acto que parece no querer terminar nunca, puede echar de la sala a quien vaya esperando ver una apuesta parecida a El jardinero fiel.