Tras la emisión del programa Salvados. Los olvidados, el 28 de Abril de 2013, la repercusión y revuelo generado por la opinión pública fue de tal calado que la lucha de los afectados y familiares de las víctimas del accidente de metro de Valencia —43 muertos y 47 heridos, el 3 de Julio de 2006— fue rescatada del ostracismo, revitalizándose y perviviendo hasta el día de hoy. Tras la emisión en Canal 33 de Ciudad muerta, documental de Xavier Artigas y Xapo Ortega, un año y medio después de su estreno en salas, puede ocurrir algo parecido.
Sucedió también en 2006, el 4 de febrero. En el desalojo de un teatro okupado, un agente de la guardia urbana de Barcelona resulta gravemente herido por una maceta arrojada desde los tejados del teatro. En la carga policial son golpeados y detenidos, entre otros, tres jóvenes de origen sudamericano. A pesar de que se encontraban a nivel de calle en el momento del suceso y de que no estaban relacionados directamente con el incidente, son trasladados a dependencias policiales y apalizados sin contemplaciones. Tras este primer repaso, se les transporta a un centro médico para ser tratados de sus heridas. En ese mismo centro médico se encontraban dos jóvenes a la espera de ser atendidos tras sufrir un accidente de bici esa misma noche en otro punto de Barcelona. Debido a su vestimenta y apariencia —además de otros factores—, son detenidos igualmente e incluidos en el mismo «paquete» que los anteriores.
Comienza aquí una sucesión de irregularidades y corruptelas policiales, judiciales y políticas de esas que no podemos creer ni en las más bizarras y retorcidas fantasías. Los jóvenes dan con sus huesos en la cárcel a la espera de juicio, acusados de tentativa de homicidio: el agente de la guardia urbana herido se encuentra en estado vegetativo. Una de las ocupantes de la bicicleta accidentada, Patricia Heras, no soporta ni la situación ni el sistema que la ha engullido sin preguntar y, tras salir a la calle bajo un tercer grado, en Abril de 2011, se suicida precipitándose por un balcón.
La bola de nieve se ha hecho inmensa, ha comenzado a rodar y va a ser difícil pararla,
con suerte
Aunque el «caso del 4F» tuvo una repercusión tangencial y soterrada en Cataluña, se trata de otra de esas causas que merecen ser tratadas con rigor periodístico, ser conocidas por el conjunto de todos los españoles y señaladas como un oneroso error de un sistema que se resquebraja. Y como bien apunta Clara Morales, en el diario El País, no fue su paso por el Festival de Cine de San Sebastián, ni su Biznaga de Plata al mejor documental en el Festival de Málaga lo que ha dado relevancia a Ciudad muerta. Ha sido la televisión y la polémica que acompañaba su emisión.
La televisión pública catalana, incapaz de obviar la viralización del documental en la red, a pesar de la medida cautelar del juzgado nº25 de Barcelona —que censuró un fragmento de unos seis minutos— y a pesar de programarlo un sábado a las 22.00 en su segunda cadena particular, asistió a un éxito de audiencia sin precedentes —más de medio millón de espectadores—. La bola de nieve se ha hecho inmensa, ha comenzado a rodar y va a ser difícil pararla, con suerte. El «fenómeno Ciudad muerta» me hace llegar a una serie de conclusiones:
1) En el contexto sociopolítico actual, el buen periodismo de investigación y el género documental bien llevado —Documentos TV, dónde vas, triste de ti— es necesario y esperado por los ciudadanos como agua de mayo. Y si se quiere… se puede.
2) La televisión, si se hace bien, es una poderosísima herramienta para despertar conciencias y señalar problemas, además de permitirnos ver a Kiko Rivera revolcándose en un yacuzzi. Si se combina adecuadamente con Internet… es imparable y…
3) la mentira tiene las patas muy pero que muy cortas y el sistema, aunque se niegue a aceptar la evidencia, tiene fallos. Y un sistema que no funciona es necesario cambiarlo.
PD: He tratado de ver el documental de marras a través de una plataforma legal de pago. La calidad del streaming era tan deficiente que he tenido que recurrir a vías alternativas. Filmin, espero que me devolváis el dinero.