Clóset es el cortometraje que se ha llevado el premio del público en el Festival de Cine de Málaga. Y yo lo vi antes que nadie.
Perdonen la prepotencia. En realidad no lo vi antes que nadie, pero sí antes de que se estrenase en la Sección Oficial del Festival. Y lo vi sencillamente porque conozco a su director y guionista, y tuvo a bien enseñármelo en pase privado comentado. Un lujo, vamos, para los tiempos que corren.
Encontré a Rakesh, guionista y director de la obra, estudiando guión en Salamanca. A pesar de que este ha sido su primer corto, ha hecho otros muchos trabajos y ha estudiado otros muchos cursos tanto de guión como de otras materias relacionadas con el cine. Eso ya dice algo de él, pero no todo. Falta mucho. Cuando le preguntas qué le motivó a hacer Clóset responde que mitad la curiosidad y mitad la imposibilidad de hacer algo más grande.
Clóset narra la historia de una mujer que pasa una temporada viviendo escondida en el armario de un desconocido, sin que él lo sepa. Está basada en hechos reales; algo que por lo visto ocurrió en Japón y que le llegó en forma de nota curiosa, de noticia de relieve. La pregunta de cómo había sido esa convivencia fue lo que le motivó a escribir. Y escribiendo completó la historia. Y la llenó de trasfondo hasta el punto de ganarse el interés y el apoyo de los conocidos Pepe Viyuela y Elena González, protagonistas a cambio de nada.
Rakesh no se ha limitado a mostrar el juego del rato y el ratón. Con su corto va más allá. De entrada porque la protagonista viene de perderlo todo, casa incluida, y va a topar justo con un hombre abandonado. El abandono y el encuentro como ejes fundadores de una dialéctica que va más allá de lo superficial con un mar de sutilezas. Nada más comenzar su película un paraguas nos la resume. El resto fluye sin diálogos en una serie de circunstancias que tienen la encomiable virtud de dejarle su sitio al espectador.
En efecto, Clóset es un corto elíptico. Nos deja miguitas de pan para que nosotros vayamos recorriendo el camino. Presupone un espectador inteligente capaz de completar y de terminar la historia. Y de ponerle, incluso, un final. Igual que hizo el propio Rakesh con aquella noticia. Porque al fin y al cabo es una pieza que alimenta y se alimenta de la propia curiosidad misma. Enseña lo justo para que el espectador complete el cuento, y eso es algo realmente maravilloso, en mi opinión.
El segundo motivo que llevó a Rakesh a sacarlo adelante es casi tan poderoso como el primero: era sencillo. El malagueño venía de buscar financiación para otros proyectos, mucho mayores, mucho más caros… sin éxito. En un ataque de pragmatismo —acuciado, quizá, por la desesperación—, decidió organizar su historia de tal manera que pudiera rodarla por muy poco. Han sido cuatro días, en dos localizaciones de su confianza, con un equipo sucinto y con la comida de su madre.
Porque si algo cuenta con orgullo es la aportación que ha hecho su señora madre —junto a las madres de otros miembros de la producción— y que, en su opinión, ha sido fundamental: comida casera. Tan sencillo como eso. En vez de repartir bocadillos, cada jornada de rodaje paraban —paraban, insiste— para comer el menú casero que preparaba la progenitora, convirtiendo una fría producción cinematográfica con un equipo de cuarenta desconocidos en un proyecto familiar. No nos engañemos. Pocas cosas unen más que compartir un plato cargado de amor materno.
Clóset es un cuento culinario. No solo la cocina materna ha jugado un papel fundamental en la producción, sino que también lo juega en la propia historia. La protagonista cocina a escondidas los platos que luego deja a su anfitrión involuntario. Él, que cree que se los prepara una asistenta, poco a poco va encontrando en lo que come una calidez hogareña que hacía mucho que no sentía. Porque ella también es madre, o lo ha sido. Su cuaderno de recetas está lleno de garabatos infantiles que Rakesh nos enseña con la certeza de que podremos averiguar quién fue, y lo que ha perdido. El final, que no contaré, también se construye en torno a un plato. Hasta aquí puedo debo leer.
Clóset ha ganado el premio del público en el Festival de Málaga, pero también se ha llevado mucho más. Es la ópera prima de un joven realizador que además de llegar a la sección oficial lo ha hecho, fíjense en el detalle, sin pasar por la sección específica de los creadores malagueños. Esperemos que esta biznaga le abra puertas a su creador, aunque en nuestra industria tengamos la mala costumbre de dejar el talento en el olvido.