


El tema fundamental de la nueva serie de Netflix Italia reside en la vuelta al pasado. Anna Raina es una mujer divorciada y madre de dos mellizos, chico y chica, que se ve obligada por las circunstancias a regresar a su pueblo de origen, el pequeño e idílico Curon, localidad real ubicada a los pies del lago de Resia, muy cerca de las zona alpina que sirven de frontera natural entre Italia y Austria.
Anna hace 17 años que no pisa su pueblo, a pesar de que su padre sigue allí, viviendo en el enorme y avejentado hotel que componía, antaño, el negocio familiar. El motivo de la marcha de Anna nunca queda del todo claro, si bien el prólogo que presenta la serie apunta hacia un trauma pretérito: en una imagen, quizá realidad quizá soñada, una Anna adolescente se ve a sí misma asesinando a su madre de un disparo de escopeta.
Los mellizos no parecen del todo conformes con la mudanza, aunque hacen piña con su madre en la que parece una nueva huída, esta vez hacia el pasado. Sin embargo, no tardan en adaptarse a la vida en la localidad, labrándose nuevos enemigos íntimos nada más poner un pie en el instituto del pueblo. En realidad, a pesar de sus distintos caracteres —extrovertida ella, introvertido él—, parecen congeniar lo suficientemente bien con el resto de la chavalada local desde el primer instante, pues apenas en su segundo día ya son invitados a una fiesta.
En una imagen, quizá soñada, una Anna adolescente se ve a sí misma asesinando a su madre de un disparo de escopeta
La fiesta sirve en cierta forma de catalizador de todo cuanto sucederá después, tanto a nivel emocional entre los jóvenes como a nivel estructural de toda la temporada. Mauro, el hijo de Anna, al regresar a casa descubre que en una de las habitaciones del hotel tienen amordazada a una mujer idéntica a su madre. La libera y ella huye. Su madre real desaparecerá al día siguiente.
La realidad sobrenatural de la serie propone un juego de espejos. Por algún motivo desconocido, determinadas personas oyen de pronto las fantasmagóricas campanas de la iglesia románica que yace hundida bajo el lago. Cuando esto sucede, del agua emerge un doppelgänger de esta persona; un doble capaz de todo el mal reprimido, y que no descansa hasta usurpar la vida de su referente original.
De este modo, la premisa virará entre el afán de los mellizos por encontrar a su madre perdida y la pugna por descubrir si, una vez encontrada, se trata realmente de ella misma o de su doble malvado.
Ahora bien, lejos de apoyarse sobre la potente premisa inicial, la serie dedica más tiempo a explorar las subtramas entre los distintos personajes. Subtramas que circundan la rivalidad romántica en prácticamente todas ellas, con dobles malvados que salen de las aguas para consumar motivaciones fundamentalmente emocionales a través de la violencia.
Es decir, la excusa narrativa es rápidamente olvidada para desarrollar en su lugar una fórmula que se aleja tanto del género como de la posible originalidad que se planteaba en un comienzo. Poco terror y poca intriga en una serie que salta de punto de vista en punto de vista, otorgando así un protagonismo coral fundamentalmente a los miembros de dos familias enfrentadas en un clima extrañamente sectario por parte de la población.
El peso recae, por tanto, en el carisma y atractivo de una serie de actores jóvenes que no parecen encontrar del todo su acomodo en los roles que les han tocado. Quizá se trate de la errática actitud de los muchachos o de la torpe manera de obrar de su abuelo, pero lo cierto es que toda la obra está trufada de momentos de verosimilitud cuestionable, y no precisamente en el terreno de los hechos sino en el de las emociones.
A esto se añade, igualmente, que la serie nace con una pretensión apenas disimulada de calcar el tono y las hechuras de la interesante Dark, o de la archiconocida Stranger Things. La vida rural, el protagonismo adolescente, el aderezo sobrenatural, una iluminación a base de neones violetas poco esperable en un pueblo montañés, y la estridencia de una banda sonora electrónica que aporta poco más que petulancia, terminan por dejar un regusto a obra ya vista anteriormente. Así, lo que servía como una premisa interesante y atractiva se termina convirtiendo en una nueva repetición de un patrón poco arriesgado y de mucho menor interés.