


Holt Farrier es un viudo excombatiente que regresa a su hogar tras perder un brazo en la guerra. De alguna forma, su futuro se ha puesto en entredicho: manco, difícilmente podría continuar su trabajo como jinete acrobático. No obstante, de algo tiene que vivir para sacar adelante a sus dos hijos, por lo que acepta la primera ocupación que el señor Medici le ha podido buscar en su antiguo y destartalado circo: cuidador de elefantes, concretamente de la única elefanta que tienen.
La elefanta a su cargo da a luz un buen día. El retoño es, en la mente de todos, la salvación del espectáculo. No obstante, las enormes orejas del pequeño elefante lo convierten en un monstruo a ojos del productor circense, que decide explotarlo desde la burla y el oprobio. De este modo, configura su incursión en el espectáculo exponiéndole a las risas del público, lo que genera malestar en su cuidador Farrier, en sus hijos, y muy especialmente en la madre elefanta que, al ver el trato que los humanos ofrecen a su criatura, se encabrita y ocasiona un accidente que termina en desastre.
Repudiada por el circo, la elefanta es vendida y separada de su retoño, que se sume en la pesadumbre. No obstante, casi por casualidad, el joven elefante descubre una particularidad que lo hace único: si bate sus alas es capaz de levantar el vuelo. Este magnífico truco supone una posible salvación para el circo y para el propio elefante pues, como le prometen los niños del cuidador, si logran recuperar económicamente el espectáculo, el productor no tendrá inconveniente en volver a comprar a la madre elefanta y reunirla de nuevo con su pequeño.
Carece de aquella originalidad, magia y profundidad dramática que tenían los filmes pretéritos, tanto los de Disney como los de Tim Burton.
Si hay un director conocido por tener un estilo icónico probablemente este sea Tim Burton. Autor de obras esenciales en los años noventa, el estilo gótico que tradicionalmente venía imprimiendo a todas sus piezas poco a poco ha devenido en una visión más barroca y recargada. Prueba de ello son sus últimas adaptaciones del clásico de Lewis Carrol Alicia en el país de las maravillas, que suponen una auténtica explosión de colorismo digital.
Dumbo, el más reciente título que engrosa el listado de adaptaciones en imagen real de las obras de animación de la casa Disney, entronca su factura con este estilo sobrecargado en lo visual y vacuo en lo narrativo; recupera a todos los intérpretes fetiches del director —Michael Keaton, Danny DeVito, Eva Green…—, y pone sobre la pantalla una reconstrucción que dista mucho del poso y mensaje de la pieza original, configurando una película que aporta todo el despliegue visual e imaginativo que permite la paleta digital, pero que carece de aquella originalidad, magia y profundidad dramática que tenían los filmes pretéritos, tanto los de Disney como los de Tim Burton.