


Anna, de diez años recién cumplidos, vive feliz con su familia en la acomodada clase alta berlinesa. Su padre, crítico teatral de reconocida trayectoria, se recupera de una gripe coincidiendo con las elecciones de 1933. La pequeña no tiene más preocupación que la de comentar con su hermano mayor y su yaya los detalles de la última fiesta de disfraces que han hecho en su colegio y a la que los niños de las Juventudes Hitlerianas han asistido, según se queja, con su uniforme, sin ni siquiera buscarse un disfraz. Aunque inconsciente de la realidad social y política que la rodea, pronto Anna empieza a darse cuenta de que las cosas no están del todo bien, y no solo por culpa de la enfermedad de su padre: si Hitler gana las elecciones, le confiesa a la pequeña, tendrán que marcharse de su casa por las opiniones políticas que él ha vertido en los medios en los que escribe. Por eso, y por ser judíos.
Publicada en 1971 con el título Cuando Hitler robó el conejo rosa, la autobiografía de la escritora Judith Kerr es una de las obras más populares acerca de cómo el nazismo y la guerra rompió la infancia de toda una generación. En ella, la autora narra el periplo de sus padres y su hermano a través de una Europa todavía condescendiente con el nuevo régimen alemán. Su viaje, que la llevará de Suiza a Inglaterra pasando por Francia, rememora los problemas de adaptación de una familia que desciende en la escala social de la vida en salones con piano de cola al hambre en los estrechos apartamentos parisinos.
A pesar de abordar una situación tremendamente dramática, se las arregla para presentarla desde una perspectiva fresca y ligera
Adaptada con una visión optimista por la ganadora del Oscar Caroline Link (En un lugar de África, 2001), la película toma constantemente el punto de vista de la pequeña Anna, interpretada con mucha gracia por Riva Krymalowski, a lo largo de un viaje que le obligará a compartir colegio con niños de su edad de muy distinta procedencia, idioma y costumbres, perfilando un tapiz que, en cierta forma, quiere reflejar la variedad cultural de todo el continente, destacando tanto las similitudes como las diferencias y apreciando tanto las muestras de caridad como el desdén y el menosprecio que reciben los refugiados en cualquier parte del mundo.
Se trata de un film que, a pesar de abordar una situación tremendamente dramática, se las arregla para presentarla desde una perspectiva fresca y ligera, con puntos que rozan la comedia. Se aprecia un esfuerzo por esquivar las representaciones fidedignas del periodo mediante el disimulo en la economía de escenarios, probablemente a causa de un reducido presupuesto que permite, como contrapartida, desarrollar más los aspectos íntimos de una familia que, a pesar de todo, parece haber sido de las más afortunadas dentro de aquel contexto.