Tan solo tres largometrajes le han bastado al norteamericano Robert Eggers para coronarse como uno de los directores más respetados del panorama independiente actual. Sorprendió a crítica y público con La bruja en 2015, donde relataba un cuento de terror ambientado en la Nueva Inglaterra de 1630. En 2019 llamó la atención en los Óscars con una nominación por su segunda película, El Faro, en la que relataba la complicada y claustrofóbica relación de dos hombres confinados en una isla remota. Ahora llega a las salas su tercera película y la expectación, como es natural, era muy alta.



El hombre del norte bebe de la misma fuente que bebió Shakespeare para componer su Hamlet. La historia hunde sus raíces en los poemas nórdicos del s. X y que sirvieron para conformar la leyenda del príncipe Amleth, una historia trágica en la que el protagonista ansía la venganza por la muerte de su padre, el rey, a manos de su tío.
El filme no defrauda en lo referente a la parte estética. Un atmósfera maravillosamente lograda, apabullantes paisajes, estilo visual sofisticado cargado de encuadres contundentes, así como una banda sonora a juego con la brutalidad del relato, convierten a la obra en toda una producción digna de la fama de su autor. La narración y las interpretaciones, en cambio, sí dejan un poco que desear.
Quizá la necesidad de contar con rostros conocidos en el cartel para poder levantar un proyecto de semejante presupuesto; o quizá la interacción de un gran estudio —es la primera de sus películas que no hace bajo el amparo de A24, estudio pequeño, independiente e imprescindible, sino de la Universal Pictures— haya supuesto una perturbación en el estilo sobrio y adusto que había mostrado en sus títulos precedentes.
Lo cierto es que la película, pese a su contundencia visual y su innegable estilo, parece sobreverbalizada, artificiosa, explicada de más. La historia es entretenida y las dos horas de metraje no se hacen largas, pero tampoco se hacen inolvidables. La fuerza de las situaciones contrasta con la pose y el gesto, como si primase la composición por encima del tratamiento de la narración o la emoción de los personajes, que resultan sorprendentemente planos y predecibles.
Ahora bien, no deja de ser una de las propuestas más interesantes que tenemos ahora mismo en cartel, y no deja de ser una fantástica noticia que autores con voces propias y tan personales se hagan un hueco en la agenda de los grandes estudios entre superhéroe y superhéroe.