Dicen los que entienden de moda que un buen traje hecho a medida puede cambiar la fisonomía de una persona. Un sastre experimentado y conocedor de su oficio puede realzar la figura de quien se precie, disimulando por aquí, ampliando por allá. El corte no solo se ciñe como un guante a la medida de quien lo lleva, sino que, además, puede servir para colaborar en el juego de las apariencias. En el juego del engaño.



En un momento de la película de Graham Moore uno de los personajes se remanga los brazos, mostrando una colección de tatuajes tan inesperada como terrible, pues simbolizan los méritos sangrientos realizados a las órdenes del crimen organizado. Y ahí reside, en un sentido metafórico, todo lo que plantea la obra: las apariencias engañan.
La premisa de la película está descrita desde su mismo título. El propietario de una sastrería de barrio realiza su trabajo mientras asume, con cierta indiferencia, que su local sea empleado por la mafia como buzón de correo. Así, mientras él cose, mide, dibuja y corta, y mientras su joven secretaria atiende a los clientes, hombres trajeados entran y salen del taller del modisto con sobres, mensajes y armas ocultas en la chaqueta.
El patrón de la película resulta tan conocido como las partes de una camisa: está el “Chicago años cincuenta”, está el capo, está el hijo del capo, está el pistolero, la chica inocente, el crimen y las pistolas. Por supuesto habrá disparos, reyertas y juegos de poder. Y sangre manchado camisas y fedoras. Lo llamativo, no obstante, está en la composición y la puesta en escena de la obra.
La cámara se adentra en la sastrería en la primera toma y ya no la abandona hasta el final. Una única localización donde se va liando la madeja de un enredo criminal de terribles consecuencias. De este modo, sin comerlo ni beberlo, el sastre se verá involucrado en una guerra de bandas, mentiras y falsas apariencias sin salir siquiera de su taller.
Por momentos la película tiene puntos de cluedo, de juego de intriga. Ahí es donde reside, sin duda, su mayor atractivo. El ritmo pasa rápido, generando constantes preguntas antes de dejar tiempo para mostrar las respuestas. No obstante, la obra también se deja llevar por algunas trampas y giros que, aunque sorprenden en el momento de su planteamiento, no resisten un análisis lógico más pausado.
A pesar de ello, se trata de una película de enredos que resulta atractiva e interesante, y que hará las delicias tanto de los aficionados al género como de los amantes de las historias de detectives, pues, al fin y al cabo, no hay nada como una trama bien hilada, en el sentido literal del término.