


Existe cierto atractivo en los personajes oscuros. Los asesinos, los espías, los sicarios… presentan, en el cine y la literatura, un encanto particular que los hace ser indiscutiblemente motores dramáticos de los relatos donde aparecen, ya sea como protagonistas o como fuerzas antagónicas que hay que eliminar. Cuando estos personajes oscuros hunden, además, sus raíces en la vida real el interés que despiertan se ve inesperadamente aumentado.
Corría el año 1928 cuando Lev Trotski fue oficialmente tildado de traidor y expulsado de la Unión Soviética. Muy unido a Lenin, se había convertido en una figura incómoda para su camarada Stalin conforme iba aunando sobre sí todo el poder. Se vertieron falsedades sobre su acción en la Revolución de Octubre, se le acusó de crímenes de dudosa veracidad, e incluso se borró su imagen de las fotografías históricas. No obstante, la acción de Trotski en el extranjero suponía un peligro quizá mayor: escribía, publicaba, criticaba en foros internacionales las acciones de su antaño colega, e incluso fundó una Cuarta Internacional Comunista, dejando patente que su capacidad de influencia iba más allá del poder propagandístico de la URSS. Por ello, en mayo de 1939, Stalin dio la orden de asesinarle. El encargado de llevar a cabo el plan fue un espía español llamado Ramón Mercader.
El filme de Chavarrías incide en la misteriosa y oscura figura de este espía en el momento en que, después de seducir y embaucar a la sercretaria de Troski, alcanza su objetivo y lo asesina a golpes en su propio despacho en México. En el recorrido que se nos plantea acompañamos al protagonista en su adiestramiento por parte de la KGB, así como en el proceso de infiltración haciéndose pasar por un empresario belga y los vaivenes que se suceden en la historia: los atentados fallidos, los reveses cuando Mercader es descubierto por un antiguo compañero de armas… No obstante, si algo explora el texto de Chavarrías es la relación del asesino con su madre, interpretada por Elvira Mínguez.
Manteniendo una factura visual solvente a pesar de las limitaciones presupuestarias, y una más que destacada interpretación por parte del elenco, la película logra retratar el magnicidio con especial cuidado en la exactitud documental, lo cual resta, probablemente, parte de la tensión que podría alcanzar el relato. Sin embargo, el principal problema que presentan las copias españolas del filme es un desafortunado doblaje que castellaniza a intervalos a personajes mexicanos y extranjeros, cambiando las voces de unos y otros en ocasiones en mitad de un mismo diálogo. Con todo, filme interesante para quien conozca de antemano la historia.