Cuando a FX se le ocurrió la idea de resucitar Fargo, a más de uno le dio un infarto. ¿Cómo se podía haber tocado algo tan sagrado como la cinta de los Coen?
A ese sector no les faltaba razón: la película de Fargo se ha convertido en una película de culto, combinando varios personajes envueltos en una mezcla de noir y humor negro. Aún más marcado era, encima, el tono que le dieron, que se notaba desde el minuto uno con unas palabras de órdago.
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El reparto, en principio, no pintaba mal. Salían dos nombres como Martin Freeman —Bilbo Bolsón en El Hobbit y Watson en la serie Sherlock— y Billy Bob Thornton. Además, el trailer ya demostraba que de ahí podían salir chispas. Respetaban personajes y el entorno de Minnesota, frío y cruel. Sin embargo, aún seguía la duda: ¿habría material suficiente para adaptar la serie?
Pues, para sorpresa de todos, el resultado ha sido más que agradable. Noah Hawley ha sabido atrapar la esencia de los Coen y —lo que muy pocos saben hacer— llevárselo a su propio terreno. Si la cinta de Fargo combinaba humor y cine negro, destacando más lo primero, la serie lleva su sello a un terreno más oscuro. Lo que ha quedado ha sido un producto igual pero a la vez muy distinto, siendo cine negro con pinceladas de ese humor negro que tanto le daba personalidad a la versión fílmica.
Sin embargo, vayamos por partes. Para que la serie funcionara se necesitaba ampliar no solo el personaje de Nygaard y el de su antagonista la detective Molly Solverson, sino también que aparecieran otros personajes interesantes en los que sustentar la historia. Y es que lo que se intuye de la premisa es una base interesante. Esta recae en Nygaard, ahora vendedor de seguros, quien es un pringado perdedor del que abusa todo el mundo incluido su mujer, que le amarga la existencia. Cuando uno de los abusones que tenía en secundaria le rompe el tabique nasal, aparece un hombre llamado Lorne Malvo —Billy Bob Thornton— que le propone matar a quien desee. Ese es el punto de partida de la serie, pero no se queda ahí.
Para empezar, destaca sobremanera el piloto, con 75 minutos —sí, como un capítulo de una serie española cualquiera— repleto de giros, de movimientos, de cosas que pasan y de descripción de personajes, siendo el piloto más brillante de los últimos años. Y se toman su tiempo, cómo no, para que el espectador entre de lleno en el tono de la serie. Igualito casi que los Coen. Casi. A partir de ahora avisamos. Por favor, si no quieren saber mucho más, no lean spoilers.
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Imagínense la carretera de Minnesota, llena de nieve, por la noche, y las míticas palabras de la película original. Un hombre al volante se encuentra con dos ciervos y se sale de la carretera. Cuando lo hace, sale del maletero otro personaje en calzoncillos, amordazado y atado, que aprovecha para escapar. El hombre levanta su pistola, apunta y… sin saber por qué, lo deja ir. Esta secuencia no solo sirve para ilustrar el tono de la serie. También perfila a Lorne en contraposición a Lester. Lester ha sido un bonachón que lo ha aguantado todo, un pringado que está atrapado en una espiral de mediocridad. Lorne, en cambio, es un psicópata, un sicario que disfruta con el dolor y la violencia. Para Lester, sin duda, Lorne es su demonio: le induce a cambiar y a tomarse la justicia por su cuenta, pero también le arrastra a él —y a otros— por el camino de la perdición.
Si ese es el punto en el que se centra la historia, también hay otros que cobran una especial relevancia. El primero de ellos es la detective Solverson, una mujer joven que busca resolver el asunto a toda costa. Sin embargo, a ella le arrastra la culpa relacionada con su mentor. Por suerte, ella encontrará en Gus Grimmly un «compañero oculto» cuyas circunstancias le arrastran a ayudarla e incluso a algo más. ¿Que está cogido por los pelos? Es posible. ¿Que lo que viene después lo acaba sujetando? Sí, puesto que encontrarse con Lorne Malvo es señal de la obsesión que tienen el uno por el otro.
El resto de personajes, incluido Bill Oswalt —papel curioso de Bob Odenkirk desde Breaking Bad y Nebraska, veremos qué tal en Better Call Saul—, forman un elenco que centra sus miradas en Lorne Malvo, antagonista, villano y motor de la serie. Él es a quien todo el mundo quiere, lo sabe y ejerce su función de destrozavidas —al nivel de un Walter White o un Hannibal Lecter—sobre el resto, prueba, una vez más, de cómo nos encantan los psicópatas, los sádicos. Se nota que Noah Hawley ha disfrutado puteando a sus personajes.
En conjunto, tenemos una espiral de violencia y descontrolada que dinamita en todas las direcciones posibles como la culpa, el tormento, la corrupción o la obsesión. Sin embargo, y al contrario que el largometraje, en la serie mora un demonio llamado Lorne Malvo, el cual mejora lo que daban los dos asesinos contratados por William H. Macy —presentes, como «un guiño» a los fans de la película en esta temporada— y, entre capas de hielo fino, se presenta, cómo no, un producto atractivo en todo su esplendor. Junto a Louie es, sin duda, parte de las joyas de FX, pero hay que preguntarse algo: de todos los cartuchos que han quemado para que sea casi redonda, ¿quedará algo aprovechable para la segunda temporada? Y otra más, sin duda, es: ¿será Fargo apta para todos los paladares seriéfilos? Ese es quizá el posible «pero» de la cara B, del lado oscuro de Lester Nygaard y del gélido paisaje donde mora.