El aclamado y respetado director Martin Scorsese ha declarado en alguna ocasión que las películas de superhéroes son más un parque de atracciones que “cine de verdad”. Si el genial director de clásicos como Uno de los nuestros, Taxi Driver o El lobo de Wall Street se refiere a que aquello que el espectador espera encontrar cuando entra en la sala de cine es pura diversión desenfrenada, sin duda James Gunn estará de acuerdo con él. En cambio, si con su afirmación realmente está desmereciendo en algún aspecto la calidad cinematográfica del género de fantasía de superhéroes, también está James Gunn para rebatirle.



Cuando uno entra en la sala de cine para ver la tercera entrega de Guardianes de la Galaxia se espera encontrar, cuanto menos, la misma carga de acción trepidante de las dos entregas anteriores, con disparos, explosiones, criaturas extravagantes y peleas acrobáticas a gravedad cero. Además, el espectador que se sumerge con la cuadrilla de inadaptados estelares también espera encontrar el mismo tono desenfadado y cómico, la misma camaradería gamberra, el humor ácido del mapache parlante, las bromas más o menos chabacanas del forzudo risueño o la mala leche de Nebula, la hermana mala que ahora es buena… Y de todo eso irá bien servido. Quizá, lo último que prevea encontrarse es una historia inesperadamente profunda sobre el sentido de la vida; sobre el valor del compañerismo, la amistad y el deber.
Cuando un sicario consigue dar con Rocket, el mapache del grupo, la pandilla descubre con asombro que su amigo, ahora inconsciente, tiene un artefacto instalado junto a su corazón. Si no logran descodificarlo, el personaje morirá. Para ello, deciden ir a sabotear las instalaciones del fabricante del híbrido con la única ayuda de la desmemoriada Gamora, que no recuerda que, en otra vida, fue pareja del capitán de los guardianes —que sigue enamorado de ella—.
Por supuesto, se trata todo de una trampa. Es una estratagema urdida por el creador de animaloide, que desea recuperarlo a cualquier precio para continuar con él sus ominosos experimentos. ¿Lograrán evitarlo?
La película tal vez no sea del agrado de Martin Scorsese, pero tiene todos los ingredientes para encantar al resto de fans del Universo Cinematográfico; tiene una historia potente muy bien narrada, personajes entrañables e icónicos que concentran la mayor complejidad del MCU; y una banda sonora —habitual en la franquicia— cargada de temazos que trascienden nuestra galaxia. Sin duda, una película —de cine de verdad— muy recomendable.