Cuando uno pasa un tiempo viviendo en Castilla termina, queriendo o sin querer, contemplando algunos muros de piedra medievales.
No es raro. Prácticamente cada pueblo conserva un pedazo de una muralla, las ruinas de alguna fortaleza, o lo que queda en pie de lo que antaño fuera un castillo. Son piedras ajadas por el paso del tiempo que, en cierta forma, conservan todavía, la que más y la que menos, su majestuosidad original. Estas murallas reales atestiguan al menos dos verdades fundamentales. Dos verdades que Juego de Tronos se pasa por el forro, como todo lo demás.
La primera de ellas es que los señores medievales eran muy brutos. Así de simple. Muy brutos. Cuando se ponían a construirse un muro no había límite. Vayan a visitar alguna muralla de las de verdad, de las auténticas. Verán que lo habitual es que tengan al menos dos metros de grosor, o más. Siempre me quedaré con la intriga de qué contingente militar se esperaban aquellos señores que les viniera a atacar, para querer levantar semejantes moles en plena Edad Media. Imagino que se esperarían probablemente un enemigo tan bruto como ellos mismos, y con el armamento que ellos querrían tener.
La segunda realidad es que los señores medievales eran pendencieros. No es casual que cada pueblo castellano tenga su propia muralla, castillo o fortaleza. Aunque sirvieran en determinadas ocasiones a causas comunes, cada uno podía estar más o menos enfrentado con el vecino. Esto siempre ha sido así. De hecho, la necesidad de una muralla bien gorda estaba principalmente en evitar los envites del de al lado. Más o menos como en Juego de Tronos.
Sí. Parece que G.R.R., aunque no haya venido nunca por Castilla —o puede que sí, no sé— quiere respetar esa lógica medieval de los enemigos cerquita. En los Siete Reinos no solo hay siete reinos, sino que además dentro de cada uno de ellos hay diferentes facciones, familias, casas y clanes. Recuerden al joven Stark cuando trataba de ganarse el favor de sus portaestandartes. Por eso mismo la idea de un enorme muro comunal que los protege a todos me parece fuera de lugar.
Según el acervo friki, el Muro fue construido por Brandon El Constructor, primer Rey en el Norte, fundador de la casa Stark y de la ciudad de Invernalia, para proteger a todos los hombres —todos toditos todos— de los terribles males que vienen de las tierras salvajes del norte. Así, en plan generoso. Tiene 300 millas de longitud y 700 pies de alto. Sin embargo, el muro que protege la ciudad de Invernalia, también construido por Brandon, se lo salta hasta mi gato. ¿No les parece un poco ilógico? Quiero decir, si disponemos de la tecnología capaz de poner en pie un muro de semejantes dimensiones, ¿por qué no las aplicamos a nuestros propios feudos? ¿o es que ahora resulta que en Juego de Tronos se fían de los reinos vecinos?
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Sea como fuere, la cuestión es que al final resulta que el Muro, a pesar de su tamaño y sus protecciones, es un coladero de mucho cuidado. Se lo saltan por arriba, se lo saltan por debajo… En la recién estrenada nueva temporada las tribus salvajes y caníbales quedan directamente al otro lado del Muro, algo así en plan «ve tú primero y ya nos vemos allí», mientras la Guardia de la Noche se dedica a mandar cuervos con cartitas diciendo que viene el invierno,que viene el invierno una y otra vez sin que nadie le haga caso. ¿Por qué? Porque los que no están guerreando por los campos están protegiendo sus propios muros, los de verdad, los que realmente importan, como se ha hecho siempre, de toda la vida real.
Ya lo decía en otros momentos, ¿qué necesidad hay de tener un muro inservible? La Guardia del Norte está compuesta de nobles bravucones y esbirros de toda calaña que terminan jurando lo que sea con tal de tener techo y comida para siempre. No es mal plan. Piénselo. En vez de condenarte a muerte te condenamos a custodiar el Muro, gastos pagados, por si acaso nos ataca esa cosa terrible que nunca nos ha atacado. No pinta mal, ¿no?
Claro, con unos elementos tan ilógicos todo es fácil de desmoronar. Plantear como verdadera una premisa fácilmente desmontable es la excusa perfecta —y barata— para generar conflictos a tutiplén. Esto es tan cutre que se va a venir abajo, creed y, una vez que lo hayáis aceptado, os enseñaré cómo se viene abajo con giros de guión, argumentos retorcidos y otros trucos de escritor. Como las fallas, os monto un gigante de cartón piedra para que luego lo veáis arder. Y con fuegos artificiales. Yupi.♦
Es la Guardia de la Noche, no la Guardia del Norte. De nada.
Corregido. Gracias!