Cada vez que publico una nueva entrega de esta serie de juegodetrolas, mi buen amigo, el escritor Diego Matos, me amonesta con la misma cantinela: «tienes que leerte los libros».
No tengo el menor interés. Lo siento. Sé que es cierto que gran parte de los problemas que vengo destacando sobre la serie es probable que encuentren solución en los libros; es cierto que el vasto campo libre de la celulosa permite más y mejores divagaciones, trasfondos e historias paralelas; es verdad que la densidad de una trama con más de mil personajes quizá encuentre en el negro sobre blanco mejor lugar que en los veinticuatro fotogramas. Es verdad. Pero no me convence. Lo siento. Y no me convence porque libros y serie son, por fuerza, obras independientes.
Sí, ya… ya sé que una es derivada de la otra, pero hasta ahí. Ya comentaba en alguna ocasión que lo literario y lo cinematográfico, aunque emparentados, son lenguajes diferentes, persiguen finalidades diferentes y encuentran en el diálogo con el espectador/lector reacciones diferentes. Es absurdo tratar de encajar una novela cualquiera en los 16:9; igual que es absurdo tratar de exponer con palabras la fuerza, el ritmo y el ilusionismo de lo audiovisual. Sencillamente no se puede.
Igualmente, diría que son ámbitos que no se pueden comparar —aunque decir esto sea ya una forma de compararlos—. Decir que una novela es mejor que su película/serie es como decir que un bocadillo de jamón y queso es mejor que la pizza de ídem, o que el circuito de Silverstone es mejor en motos que en fórmula 1. ¿Es mejor un huevo frito con patatas que una tortilla española? ¿Son lo mismo? Se imaginan que alguien les dijera algo así como «la tortilla de patatas está bien, pero en el huevo frito con patatas original los sabores tienen más trasfondo»? ¿Se lo imaginan? «Silverstone con motos está bien, pero en la fórmula uno se desarrollan más las tramas de adelantamiento».
Estoy reduciendo al absurdo, perdón. Mejor poner ejemplos más del ámbito narrativo: ¿es mejor la ópera Carmen, de Bizet, que la novela Carmen, de Mérimée, y que la película Carmen, de Carlos Saura? Probablemente lo justo sería decir que en lo musical la ópera se lleve las mejores críticas, en lo narrativo la pluma de Mérimée, y es probable que en lo audiovisual… ¿es mejor La Metamorfósis, de Ovidio, que Las Hilanderas, de Velazquez? ¿Ven a lo que voy? Mismas historias, pero con lenguajes diferentes; obras distintas de autores distintos, que encuentran en los públicos reacciones distintas aunque en lo narrativo se centren en el mismo relato.
Comprendo que uno de los elementos que más valoren los seguidores sea la fidelidad hacia las obras escritas. Entiendo que sea un factor a tener en cuenta, y entiendo la irremediable decepción que van a sentir quienes sean lectores antes que espectadores.
Ya lo ha comentado el propio autor: lamenta que la serie no incluya pasajes que él consideraba indispensables sobre el papel, y que se hayan modificado o introducido otros. Lógico. Tal vez yo mismo, si me pusiera a leer, terminase echando en falta también alguna escena o capítulo. La infidelidad en las adaptaciones es inevitable. Pero esto en el fondo es lo positivo: diría incluso que es, en realidad, lo deseable.
Párense un momento: ¿se imaginan que exigiéramos a Penny Dreadful fidelidad hacia los textos de Stoker o Shelley? ¿Se imaginan que le exigiéramos a Black Sails fidelidad a las páginas de Stevenson? Si la fidelidad a la fuente original fuera el requisito fundamental, nunca habríamos tenido un doctor House, una Jessica Fletcher o un Benedict Cumberbatch. Tampoco hubiéramos tenido Crepúsculos, ni True Bloods, ni Entrevistas con el vampiro… ni la magia de los Christopher Lee, los Lugosi o los Max Schreck. Piénselo: si George Lucas hubiera sido fiel a La Fortaleza Escondida de Kurosawa nunca habríamos tenido Star Wars.
Sin embargo, lo que más me repatea de cuando me aconsejan que me lea los libros como respuesta a las críticas de los juegodetrolas es que, en el fondo, me están dando la razón sin saberlo. «Eso está explicado en los libros», me dice alguien, invariablemente, después de cada uno de mis artículos. Y lo dejan así, sin más. Eso está en los libros… casi como justificando que no esté en la serie; casi como dando por sentado que la serie puede ser ilógica, absurda, tramposa y tener lagunas argumentales porque sí, porque ya está en los libros. Ea.
[Tweet «Cuando me dicen que lea los libros realmente están diciendo que la serie es imperfecta»]
Cada vez que alguien me recomienda que lea los libros en realidad me está diciendo que la serie es imperfecta. Si quieres entender por qué de pronto la gente cambia de cara; si quieres saber la justificación de que Ned Stark descubra lo que le ha pasado a Bran sólo a partir del color del pelo de Joffrey; si quieres comprender por qué de pronto la gente puede controlar animales con la mente, matar Caminantes Blancos a golpe de pedernal, atravesar un muro supuestamente inexpugnable… léete los libros.
¿No les parece una estafa? O sea, que la serie tiene lagunas para que el lector de los libros complete los huecos. ¿Se imaginan pedir una tapa de tortilla de patatas y que se la sirvan sin las patatas? No, disculpe, si quiere entender la historia del plato al completo, con sus patatas y demás, pídase el huevo frito, que ahí viene todo. ¿Perdón?
Sinceramente, si para comprender del todo la serie tengo que leerme la novela… ∅