King of the Narrow Sea
El episodio cuarto tiene cosas que están muy bien, pero para llegar a ellas hay que aceptar cosas que están muy mal. Van spoilers.
Lo bueno de este episodio es que Rhaenyra miente, y siempre es interesante narrativamente que los personajes mientan, que guarden secretos y que oculten información. El problema es que para forzar la mentira de la princesa tenemos en cierta forma que aceptar varias traiciones; traiciones tanto a la esencia de los personajes como a las normas del mundo posible establecido en los capítulos previos de la serie.
Si aceptamos que Daemon vaya volando a abrazar a su hermano después de haber conspirado contra él, haberse aliado con los enemigos y haber robado huevos de dragón por orgullo; si aceptamos que el rey esté dispuesto a abrazar a su hermano por una pírrica victoria que él mismo auspició (sobre unos enemigos por los que el rey ni siquiera se había preocupado en varios años), perdonando todo lo previo (robo de huevo de dragón incluido); si aceptamos que Daemon puede campar a sus anchas por palacio y ciudad después de todo sin que haya nadie vigilándole, que puede dejar paquetes extraños en los aposentos privados de la princesa, y caminar sin ser reconocido por nadie por las calles; si aceptamos que el rabo de lagartija que es Rhaenyra no sabe que su propia habitación, donde lleva viviendo toda la vida, da a un pasadizo secreto (pero bien iluminado y bastante amplio); si aceptamos que nadie más conoce ese lugar (excepto Daemon), pese a que puede ser el acceso ideal para quien quiera atentar contra la muchacha; si aceptamos que ella, que volaba en dragón y era independiente y feliz en el primer episodio, no sabe nada de la vida y le fascina el teatro callejero, el fornicio en los callejones oscuros y los insultos de la plebe; si aceptamos que, después de presentarla como alguien astuto y estratega, resulta que es irresponsable y alocada; si aceptamos que pueda sentir la menor atracción hacia el putero de su tío… Si aceptamos todo esto, pues el capítulo, y el personaje, sí resulta interesante (olvidando todo lo contado en episodios anteriores, claro).
Lo peor, probablemente, sea la traición a la esencia del personaje de Rhaenyra, que ha sido por completo traicionada. A ella la presentaron como una mujer independiente y madura, que en el segundo episodio se escapaba de palacio sin que se enterase nadie, nada menos que con un dragón, y le cantaba las cuarenta a su tío. Pero ahora resulta que es una niña inocente “fascinada” por la vida de la plebe, juguetona, irresponsable, y que no ha tenido su despertar sexual hasta que no ha llegado el macho alfa para provocarlo.