The Green Council
Resulta lastimoso que después de tanto marear con los asuntos hereditarios la resolución termine siendo tan arbitraria y casual. El rey muere, y en su lecho de muerte balbucea una alusión a la leyenda del Aegon, el que está llamado a heredar el trono en la Canción de Hielo y Fuego. La reina Alicent, que en tantos años junto a su marido no tiene ni idea de semejante leyenda, por lo visto, cree que se refiere a su hijo, que por obra y gracia del guionista se llama igual que el profetizado. Esto le da pie a ella para maniobrar de cara a posicionar a su hijo en el trono aprovechando las pocas horas hasta que la noticia se sepa.
Encierra a todos en el palacio, obliga a los nobles a jurar lealtad al nuevo rey, y maquina todo cuanto puede para evitar que la historia llegue a oídos de la legítima heredera. Y lo logra, fundamentalmente porque la legítima heredera se fue de palacio el día anterior pensando que, total, con su padre moribundo y sus hijos enfrentados nada podía interponerse en su derecho sobre el trono (nótese la ironía).
La casualidad más rebuscada logra que Rhaenys, que es prisionera, escape con su dragón (y su armadura) justo en el momento de la coronación. No obstante, eso no es ni por asomo el momento más arbitrario del capítulo. El instante más extraño es el juego de seducción extraño que tiene Alicent con Larys Strong, que se masturba mientras ella le enseña los pies, probablemente porque los autores de esta serie no son consciente de lo que significa realmente ser reina absoluta.