


La familia Bataille disfruta de un día de playa. El padre, la madre, su hija de dieciséis años y el más pequeño se bañan y juegan en la orilla del mar. De pronto, dos gendarmes irrumpen en el lugar y le piden a la joven que salga del agua. Se la llevan bajo arresto, acusada del violento asesinato a cuchilladas de su mejor amiga. La joven se seca con tranquilidad, se pone unos pantalones y se va acompañando a los agentes ante la mirada inquieta de sus padres. Antes de emprender la senda que separa la arena de la playa de la urbanización circundante se detiene, un instante, a ponerse una blusa. Con total desapego. Con absoluta indiferencia.
La película de Stéphane Demoustier salta a continuación a la celebración del juicio por este asesinato, en el que ella es la única acusada. Han pasado dos años desde la escena de la playa y la joven, según se nos cuenta, los ha vivido recluida en su casa y atada a un brazalete electrónico que graba su localización. Ella insiste en su inocencia desde una actitud silente que bien podría ocultar algo. Frente a ella, en la acusación, una abogada que rondará la treintena y que a lo largo del juicio irá sacando a relucir, en calidad de prueba, detalles escabrosos de la disipada vida sexual de la joven, llevando el proceso de lo factual hacia los terrenos de la moral.
En la sala, junto a su hija, sus padres están convencidos de su inocencia pero no pueden dejar de sorprenderse ante los descubrimientos que van haciendo acerca de ella. Se trata de secretos que les hacen mirarla con nuevos ojos, casi como a una desconocida. El comportamiento nihilista de la joven, su hastío, su insolencia adolescente… no les ayuda a comprender unos comportamientos ante la sociedad, la vida y el sexo que se escapan de su propio entendimiento.
Destaca en especial la interpretación de Melissa Guers en la que es su primera película y que le ha granjeado una nominación a los próximos premios César como actriz revelación.
Dirigida con maestría, la película de Demoustier lleva a la sala del tribunal un thriller criminal, pero que también es un drama familiar y que también presenta un conflicto intergeneracional. Con un ritmo pausado pero firme, una fotografía medida y calibrada al milímetro, la obra disecciona el mundo de los centennials y pone de manifiesto la dificultad de las generaciones precedentes para poder entender su actitud ante la vida y ante las relaciones humanas.
Destaca en especial la interpretación de Melissa Guers en la que es su primera película y que le ha granjeado una nominación a los próximos premios César como actriz revelación. Su hierática actitud desde el banquillo de los acusados transmite al tiempo la soberbia, indefensión, nihilismo, indiferencia, provocación y libertad de un personaje complejo y arrebatadoramente interesante.