


La octogenaria Joan Stanley vivía como cualquier señora viuda de su edad en los suburbios del sur de Londres. Tenía una pequeña propiedad con un jardín decentemente cuidado. Sus vecinos la conocían de prácticamente toda la vida, desde que se mudó allí con su marido y su hijo pequeño procedentes de Australia. Leía la prensa como cualquier persona, y acostumbraba a tomar el té a la hora habitual. Nada resultaba extraño en ella, y lo más llamativo que cualquiera podría encontrarle es que su taza favorita estuviera decorada con una efigie del Che Guevara. Nada había en ella que la hiciera sospechosa de nada. Por eso quizá Joan pudo ser la espía soviética más importante que operó en el Reino Unido desde la II Guerra Mundial.
Todo comenzó en su juventud, cuando destacaba como una de las alumnas más brillantes de Física en la Universidad de Cambridge. Allí se enamoró de Leo, un joven comunista que la introdujo en las reuniones clandestinas del partido, principalmente para ver películas prohibidas y dar de vez en cuando alguna arenga a favor de apoyar al bando republicano en la guerra civil española.
Basada en la vida real de la espía Melita Norwood, la película dirigida por Trevor Nunn relata los acontecimientos fundamentales de la actividad secreta de la protagonista
El romance fue breve. Leo se tuvo que marchar del país en cuanto el clima se le hizo más complicado por la situación política y el conflicto armardo. No obstante, el amor siempre perduró, y Leo siempre mantuvo el contacto, especialmente a partir de que Joan entrase a trabajar como secretaria en el departamento estatal que desarrollaba el programa nuclear del Reino Unido y Canadá, y que tenía como principal objetivo lograr la bomba antes que nadie. Joan, que conocía los vínculos de Leo con los soviéticos, siempre fue discreta con su trabajo. Por más que él le insistía, ella nunca desveló información sensible… hasta Hiroshima.
Las ochenta mil personas que murieron instantáneamente cuando explotó la bomba atómica pesaron en la conciencia de Joan como si ella misma la hubiera detonado. Tomó entonces la determinación de pasar la información a los soviéticos, según declaró después, convencida de que si todos los bandos tenían un arma tan mortífera, ninguno de ellos se atrevería a usarla nunca.
Basada en la vida real de la espía Melita Norwood, la película dirigida por Trevor Nunn relata los acontecimientos fundamentales de la actividad secreta de la protagonista, pero lo hace desde un prisma más cercano al romance y al melodrama que a las historias de espías. Sophie Cookson y Judi Dench aportan ambas entereza al papel que comparten, y el relato no carece de interés por lo histórico y lo curioso del asunto. No obstante, la deriva romántica de la historia la hace por instantes tediosa y predecible, y reduce dramáticamente la complejidad y los matices de unos personajes que se adivinan mucho más interesantes en la vida real.