


Un pequeño pueblo casi escondido en mitad del bosque. Una joven desaparece sin dejar rastro. Sus amigas de instituto ocultan secretos. De pronto aparece el cadáver de la chica asesinada en un recóndito paraje al tiempo que otra de sus amigas también desaparece. En esta ocasión se trata de la hija de una de las agentes de policía local. Mientras la profesional, presa de una intensa inquietud, trata a duras penas de llevar la investigación para esclarecer el asesinato y encontrar a su hija antes de que corra la misma suerte, su marido, padrastro de la desaparecida, tratará por todos los medios que no se descubra la relación secreta que tenía con la primera víctima. Es La Forêt.
De nuevo una miniserie francesa que se erige sobre unos robustos cimientos. La historia, que puede recordar a Broadchurch, tiene todos los ingredientes básicos del buen policiaco: crimen, una comunidad de ambiente enturbiado por los secretos, y una creciente y opresiva sensación de peligro. Pero además hay otro elemento: un punto de misterio que roza lo sobrenatural.
Una de las profesoras del instituto donde estudian las menores desaparecidas fue encontrada en mitad del bosque en su niñez. Nadie supo de dónde venía ni quiénes eran sus padres. El médico del pueblo que la trató cuando fue encontrada terminó adoptándola y criándola. Ella, que carece de recuerdos de aquella época, siente que tiene una conexión especial y casi mágica con el bosque, por lo que decide prestar su ayuda en la investigación sin ser consciente hasta qué punto esclarecer esta historia terminará por dar luz a sus propios orígenes.
Relatada con una medida dosificación de la información, la construcción de la ficción tiene en sus intérpretes y su contundente puesta en escena los principales pilares de su calidad.
Relatada con una medida dosificación de la información, la construcción de la ficción tiene en sus intérpretes y su contundente puesta en escena los principales pilares de su calidad. El entramado argumental va proponiendo piezas y pistas de un rompecabezas que, como en los buenos relatos de intriga, no se puede ver completo hasta el final. Aunque la deriva sobrenatural de algunas escenas harán levantar la ceja a los forofos más puristas del género, lo cierto es que incluso aquella termina por estar bien integrada en la trama, que presenta los suficientes giros como para mantener la intriga a lo largo de sus seis episodios.
De hecho, quizá lo más criticable de la serie, escrita y dirigida por Delinda Jacobs, sea precisamente el juego de trampas y pistas falsas que propone al espectador a lo largo de todo su recorrido, lo cual, por otra parte, forma parte del encanto de este tipo de ficciones.