


Celebrando los veinte años de su estreno llega de nuevo a las salas de cine la obra maestra del director y guionista Wong Kar-Wai, permitiendo disfrutar de nuevo en la gran pantalla de toda la belleza cinematográfica de una película por la que parece no haber pasado el tiempo.
Ambientada en el Honk Kong de los años sesenta, la historia narra el amor adúltero e imposible entre dos vecinos. Ambos casados, al poco de mudarse con sus familias al mismo edificio comunal descubren que sus respectivas parejas son amantes. Para superar el golpe, deciden hacerse amigos a través de largos paseos por la ciudad y la coescritura de relatos de aventuras. En estos encuentros, pretendidamente inocentes y castos, irá surgiendo entre ellos un amor incontenible. No obstante, no quieren ser como sus respectivos cónyuges, por lo que ambos tratarán de reprimir sus pasiones para mantener su relación en una estricta y dolorosa amistad.
Rodada con planos de bellísima composición y fotografía, Wong Kar-Wai ubica su obra en un entorno opresivo donde gobierna una cotidianidad redundante. Los estrechos pasillos del edificio comunal que los protagonistas comparten con la familia de su casera se convierten en metáfora visual del constreñimiento social en que tienen que desarrollar su no-romance. A diferencia de sus respectivos cónyuges, a quienes la realización ignora por completo —nunca se llega a ver sus rostros— y que dan rienda suelta a una relación que se desarrolla en la libertad de la imaginación de sus despechadas parejas, ellos se ven obligados a llevar, paradójicamente, la inocencia de su pretendida amistad con el mayor de los sigilos. Afortunadamente para el espectador, el director aprovecha los dobles y triples encuadres para mostrar, entre visillos y casi como un voyeur, el dolor y el desgarro íntimo de estos amantes en su lucha contra sus propios sentimientos.
Su retorno a las salas por su aniversario supone una excelente oportunidad para disfrutar en pantalla grande de un film que sigue desprendiendo la misma fuerza que en su estreno
Compuesta a partir de silencios, de miradas, de conversaciones esquivas y de gestos reprimidos, la película de Wong Kar-Wai explora las emociones humanas elaborando una obra cargada de matices expresivos, tanto visuales como sonoros. La simbología de sus imágenes desborda la pantalla en cada plano generando, con una sorprendente economía de recursos, una atmósfera y una historia conmovedora y de gran belleza.
Su retorno a las salas por su aniversario supone una excelente oportunidad para disfrutar en pantalla grande de un film que sigue desprendiendo la misma fuerza que en su estreno, cuando encandiló a la crítica mundial, que en raras ocasiones ha sido tan unánime. Una obra maestra.