


Según se desveló en Expediente Warren: The Conjuring (2013) y su secuela, el matrimonio Warren, especialista en la investigación de lo paranormal, tiene en el sótano de su casa una inmensa colección de objetos embrujados o demoníacos donde está, entre muchos otros, la ominosa muñeca Annabelle. Allí los custodian para que sus maldiciones no causen mayores daños. No obstante, quizá el más terrorífico de todos los objetos no lo conservan con el resto del catálogo, sino que luce colgado en una de las paredes de la oficina principal de los investigadores: la pintura de una monja malvada realizada por ellos mismos a partir de sus pesadillas. En la secuela del film, titulada Expediente Warren: El caso Enfield (2016), la pareja formada por Ed y Lorraine se tiene que enfrentar con este siniestro espectro que resulta ser, según logran averiguar, un demonio llamado Valak.
Después de deslindarse en historias paralelas a las principales, como los spin-of dedicados a la muñeca Annabelle, ahora la factoría del productor James Wan, director de ambos Expedientes, trae una nueva ramificación a su universo terrorífico. En La Monja se nos narra el origen del funesto demonio Valak y, para ello, la narración nos traslada a una abadía rumana en los años cincuenta que está erigida sobre un portal al mismísimo infierno. Cuando una de las monjas de clausura que habitan la abadía se suicida, el Vaticano opta por enviar al lugar a un exorcista sin más ayuda que la de una novicia con dones premonitorios y el apoyo de un labriego de la localidad.
La película presenta aciertos estéticos, como una ambientación gótica preñada de reminiscencias a los clásicos de serie B, así como a obras de la Hammer de los setenta
Dirigida por Corin Hardy, la película presenta aciertos estéticos, como una ambientación gótica preñada de reminiscencias a los clásicos de serie B, así como a obras de la Hammer de los setenta. Ayuda a ello el escaso empleo de efectos digitales y la apuesta por la acción real, siempre bordeando, como es patente, la linde entre lo artesano y lo ridículo. No obstante, lo bueno se queda ahí, pues la historia se reduce a una mera colección de clichés y sobresaltos previsibles que la sitúan muy por debajo de las piezas dirigidas por Wan.
Eso sí, el engarce del filme con el resto de títulos de la franquicia está sutilmente bien llevado, dejando al espectador con el interés tanto por revisionar las obras precedentes del mismo universo, como por las próximas entregas ya anunciadas, como The Crooked Man —otro spin-of salido de la colección de objetos franquiciables de los Warren—, el tercer capítulo de los Expedientes, o la intriga por saber qué relación puede haber entre la novicia Irene, interpretada por Taissa Farmiga, y Lorraine Warren, personaje que interpreta su hermana Vera Farmiga.