Bueno, creo que ya ha pasado suficiente tiempo como para que todo el mundo le haya puesto cara ya a la madre de los niños de Ted Mosby. No voy a criticar a la chavala, si es guapa o fea, si es la esperada o no… al fin y al cabo eso siempre nos ha dado lo mismo.
¿Cómo? ¿Qué? ¡Pero si es el tema de toda la serie! De hecho, ¡¡Es el nombre de la serie!! ¿Cómo puedes decir, Jean Cité, que nos da lo mismo quién sea la madre de los niños de Ted? Pues sí, lo siento, amargado espectador, pero es así. Nos da lo mismo. Nos importa un pimiento. De hecho, lleva ya varias temporadas importándonos un pimiento. Probablemente desde la primera. Vale que sea el tema central de toda la historia o que hayan orquestado temporada tras temporada sobre el mismo asuntito de cómo conocí a vuestra madre…pero nunca ha sido el tema principal de la serie.
El tema principal de la serie, como ya lo fue en Friends y en otras tantas, no es la búsqueda de la madre de los hijos de Ted sino la relación de los propios personajes entre ellos y, muy especialmente, sus propias historietas y aventuras. Desde el capítulo 1 sabemos que Robin no es la elegida, y eso no nos ha imposibilitado disfrutar de toda la trama de tensión sexual no resuelta con Ted; desde siempre hemos sabido que ninguna de las chicas que han salido con Mosby serían la elegida, ni siquiera Jenny Morrison, ex doctora de House, y eso no nos ha impedido seguir con relativo interés las tramas románticas que se han desarrollado. No. La madre de los hijos de Ted nos importa un pimiento. Es más, en el fondo incluso el propio Ted nos importaba un pimiento.
A Cómo conocí a vuestra madre le pasa lo mismo que a Los Piratas del Caribe o a Harry Potter: el protagonista es tan soso que se salvan gracias a secundarios interesantes. ¿Cómo puede competir en interés un pusilánime como Ted con un torbellino como Barney? ¿Cómo puede competir un sosaina como Josh Radnor con una bestia del carisma de Jason Segel o con una veterana como Alyson Hannigan, conocida por todos tras su paso por Buffy o sus interpretaciones en cine? Obviamente, no puede. Desde prácticamente el episodio 2 nos hemos rendido a la serie más por sus secundarios que realmente por las desventuras de Ted. Es más: si no saliera Ted nos daría lo mismo, con lo que vuelvo a la tesis inicial de que nos importa un pimiento.
El problema ha venido cuando los secundarios han empezado también a importarnos un pimiento. El poliedro que representaban al comienzo se ha ido aplanando hasta casi convertirse en una predecible copia bidimensional de lo que fueron; casi una caricatura de sí mismos. La serie, en general, ha ido perdiendo el fuelle y audiencia hasta incluso dudar al comienzo de cada nueva temporada si sería o no la última, si veríamos el ansiado beso final —porque saben tan bien como yo que que terminará con un beso final—.
Lo curioso es que, aunque ya se ha revelado la cara de la susodicha, parece que los realizadores son conscientes de la lacra que arrastran desde el principio —lo del pimiento, digo—. Por eso, quizá como revulsivo in extremis, han tratado, una vez más, de movilizar las tramas de los secundarios: son conscientes de que no veremos la última season por saber qué pasa en el encuentro entre la chavala y Ted, sino por la intriga que nos han abierto en todos los frentes secundarios. Lo han hecho quizá por respetar la impronta de la serie, o quizá como esperanza final, como si creyeran que todavía nos importa algo más que un pimiento.
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