


La Isla de Guernsey, perteneciente al Reino Unido, está a 118 kilómetros de Inglaterra, pero tan solo a cincuenta de la cosa francesa. Durante la II Guerra Mundial, al igual que gran parte de Francia, la isla fue ocupada por el ejército de la Alemania nazi, que vio en ella un bastión de relevancia para la contienda. A lo largo de varios años, y empleando mano de obra esclava, los nazis fortificaron la costa con búnkeres; sembraron las playas con minas y barreras antitanque, y delegaron allí destacamentos fijos para asegurar el mayor control posible del Canal de la Mancha.
Alejados de sus hijos —pues los niños fueron evacuados de la isla antes de la invasión—, los habitantes del lugar se vieron de la noche a la mañana prisioneros en sus propias calles, bajo el ojo siempre amenazante del mando alemán que, entre otras cosas, les requisó todo el ganado para alimentar a sus soldados. Por ello, cuando en la ficción un grupo de vecinos fueron descubiertos por los alemanes tras haber compartido un cerdo asado que habían estado escondiendo, no se les ocurrió mejor mentira que decir que en realidad eran un club de lectura, y que lo que comían era un pastel hecho con pieles de patatas. Para mantener las apariencias y que el ejército invasor no sospechase durante la ocupación, por tanto, tuvieron que erigirse como un club de lectura de verdad.
El film se queda en lo predecible, tanto en su trama de investigación como en la otra, más intensa si cabe, sobre los dos triángulos amorosos que parece querer dibujar.
El filme de Mike Newell se sitúa en la inmediata posguerra, y ubica la acción en el momento en que una joven escritora londinense se interesa por los acontecimientos que dieron lugar a tan singular club de lectura. Embelesada por el relato que uno de los vecinos le hace de la historia a través de cartas, la escritora pospone su boda con su prometido americano y se traslada a la isla para escribir un artículo contando la valentía de los lugareños. No obstante, en cuanto empieza a investigar el pasado reciente de los protagonistas da con dos descubrimientos que desmoronan el plan inicial: por un lado, descubre que el club de lectura dio cobijo a una colaboracionista que mantuvo una relación con el enemigo y hasta tuvo una hija con un soldado alemán; por otro, se da cuenta de que está perdidamente enamorada del hombre con quien se cartea que, de hecho, es quien aparenta ser el padre de la criatura.
Con una apuesta firme por el melodrama, el relato está bien narrado y posee puntos de humor para aliviar el sentido trágico de la historia. No obstante, más allá de la corrección académica, el film se queda en lo predecible, tanto en su trama de investigación como en la otra, más intensa si cabe, sobre los dos triángulos amorosos que parece querer dibujar.