Nancy es una maestra de religión viuda y jubilada. Durante décadas ha estado pontificando en las aulas de la escuela contra las faldas demasiado cortas y la actitud libertina de sus alumnas adolescentes. Su marido era un hombre recto y formal, y tiene dos hijos, un chico ordenado y metódico que estudia Química en la Universidad y una chica que es un poco más bala perdida y que se ha ido a Barcelona a vivir la vida bohemia. En opinión de Nancy, es realmente una vida bohemia de postín, pues lo que hace en realidad es dilapidar el dinero de sus progenitores sin pasar ninguna estrechez, y llama cada dos por tres en cuanto tiene el menor inconveniente. Por ello, realmente no es tan bala perdida después de todo.



Nancy lleva una vida ordenada al milímetro. Siempre lo ha hecho, desde su juventud. No ha conocido otro hombre que su esposo y siempre ha practicado la moral y la virtud que ella misma pregonaba en el aula. Por eso resulta cuanto menos sorprendente que ahora mismo, en su senectud, se encuentre con un trabajador sexual treintañero en una habitación de hotel alquilada ex profeso.
Él es un prostituto de alto standing. Mulato de ojos claros, discreto, musculado… Su tarifa es alta. Suele acompañar a señoras (y señores) de la misma edad que Nancy (y mucho más); y entiende su profesión casi como un servicio público, como una asistencia a los más necesitados. Se llama Leo Grande, pero ese no es su nombre real. El de Nancy tampoco lo es. Como todos los jóvenes que se buscan la vida, Leo tiene una madre a la que añora, a su manera. Aunque ella no quiera saber nada de él.
Quedan en una habitación para tener sexo. Ella, que es la que paga, lleva una lista de cosas pendientes; cosas que nunca ha hecho en su vida y que quiere probar, aunque sólo sea una vez. Siente que, de alguna forma, ha perdido su juventud haciendo aquello que se suponía que tenía que hacer. En su listado no figura llegar a conocer el orgasmo; siempre ha sido coherente con sus limitaciones y sólo se pone metas asequibles.
No obstante, si algo falta en sus encuentros es, precisamente, el sexo. Atribulada por la excitación y la culpa, por la vergüenza y el deseo, Nancy (en realidad será Sra. Robinson, quizá haciendo algún homenaje), amparada por la intimidad que otorga el anonimato, encontrará en Leo un confidente al que decir lo que siente de verdad sobre su vida, sobre sus hijos, sobre su cuerpo o sobre el tiempo perdido… Y él, a su vez, hallará en las charlas con Nancy un reflejo de su relación consigo mismo y con su madre.
La película de Sophie Hyde, construida desde la comedia, aborda temas de calado sobre la sexualidad, pero también sobre la vida y las relaciones humanas contemporáneas. Y cuenta, además, con la generosidad del apolíneo Daryl McCormack y la legendaria Emma Thompson en estado de gracia.