Lozano es un capitán del ejército de Franco que ha hecho lo suficiente durante la Guerra Civil como para que sus propios mandos deseen quitárselo de en medio. Sus simpatías por el bando rival son claras desde el primer instante. Sin embargo, en vez de condenarlo al paredón, optan por una solución más imaginativa: enviarlo a una misión suicida que le permita, si no muere en el intento, redimir sus culpas previas. Pero la misión es por completo imposible. Más que nada porque los nazis colaboradores del ejército sublevado se han encargado de que así sea.



Un gerifalte alemán ha acordonado una sección del valle con alambre electrificado, dejando dentro del perímetro una amplia zona de bosque y un pueblo en el que, sin miramientos, ha orquestado una masacre: durante una boda, los soldados nazis han abierto fuego contra todos los invitados. Después han lanzado una especie de gas azul que ha tenido un curioso efecto sobre los cuerpos abatidos: los han devuelto a la vida en forma de zombis irracionales y terroríficos.
Lozano está en medio de la zona de exclusión. Pronto los zombis darán con él y tratarán por todos los medios de comérselo. Pero no está solo. En medio del bosque sobrevive un comando de milicianos republicanos que están dispuestos a todo contra el bando de los nacionales. Por supuesto, Lozano es un enemigo para ellos. No obstante, frente a la horda de muertos vivientes quizá decidan unir sus fuerzas. O quizá no.
Comedia firmada por Javier Ruiz Caldera y Alberto del Toro, Malnazidos está basada en la novela Noche de difuntos del 38, de Manuel Martín, y recuerda, tanto por su tono como por su temática, a La Vaquilla de Berlanga, pero con menos acidez. Aquí, los españoles de uno y otro bando finalmente optan por cooperar, por ayudarse, y por hacer un esfuerzo por entenderse y derrotar juntos a la fuerza antagonista irracional que los persigue.
Podrían sacarse múltiples lecturas y metáforas de esta idea de entendimiento entre las dos Españas para afrontar un mal genérico y común, pero la obra no se detiene demasiado en ello. En vez de eso, ofrece un ritmo bastante trepidante, acumula giros y vueltas durante todo su metraje que hacen interesante la trama, y se apoya en una serie de intérpretes de probada solvencia en la comedia.
En definitiva, no es una película ni sobre la Guerra Civil ni tampoco una obra que pretenda elaborar el discurso del entendimiento entre los rivales —al fin y al cabo, las simpatías del capitán Lozano siempre han estado con el otro bando—, pero es una comedia bastante entretenida que conviene disfrutar en la sala de cine.