


Es ampliamente sabido que todas las novelas de misterio de Agatha Christie siguen el mismo esquema: un grupo más o menos nutrido de personas queda recluido en algún lugar exótico cuando alguna de ellas es asesinada. Entonces suele entrar en escena algún sagaz detective que casualmente se encontraba entre los presentes y que, gracias a sus dotes deductivas, logra señalar al culpable. Este común punto de partida no lastra en absoluto la originalidad de las propuestas que, además de jugar con las particularidades de los entornos, suelen presentar las más variopintas intrigas y resoluciones.
En Asesinato en el Oriente Express la acción se desarrolla en el lujoso coche-cama que cubría la línea de larga distancia desde París a Estambul durante el periodo de entreguerras. Uno de los integrantes del pasaje es asesinado precisamente en el momento en que el tren queda bloqueado en algún lugar indeterminado de la antigua Yugoslavia. Con el pasaje viaja el mítico detective Hércules Poirot, que inmediatamente inicia las pesquisas para averiguar cuál de los viajeros ha podido cometer el crimen.
La película que llega ahora a las salas tiene un precedente de alta alcurnia dirigido en 1974 por Sidney Lumet y que puede presumir de tener uno de los mejores repartos de la historia del cine. Con Albert Finney en el papel del detective, la producción logró juntar en pantalla a la grandeza del Hollywood clásico (Lauren Bacall, John Gielgud, Wendy Hiller, Ingrid Bergman…) con los talentos consagrados del momento como Jacqueline Bisset, Sean Connery, Anthony Perkins o Vanessa Redgrave.
En cierto sentido parece que la propuesta actual ha querido homenajear al clásico juntando tres generaciones de intérpretes tan dispares como Judi Dench, Derek Jacobi, Willem Dafoe o Michelle Pfeiffer con Johnny Depp, Penélope Cruz o la precoz Daisy Ridley, recién saltada al estrellato gracias a su bautismo galáctico en la saga Star Wars. No obstante, el homenaje se queda ahí.
La película dirigida por el shakesperiano Kenneth Branagh se esfuerza por huir todo lo posible de su referente. Tanto en lo formal como en lo narrativo, la pieza presenta una factura original que no duda en modificar ligeramente la trama, probablemente con el afán de sorprender a quienes conozcan la historia tanto como a los que se acerquen de nuevas.
Eso sí, seguramente pensando en estos últimos, la obra incluye alguna que otra escena de acción, y adolece de la consabida sobreexplicación verbal de los acontecimientos, trasfondos y traumas, si bien sorprende en su manejo fotográfico y estético.