


Lo malo de emplear cuentos de hadas como referentes en las historias modernas es que, sin querer, traen consigo una visión del mundo en ocasiones antiguada y obsoleta. Passengers, según se ha dicho, bebe directamente del clásico de La Bella Durmiente, pero introduciendo un par de diferencias sustanciales que varían la premisa principal de la historia. Si en el cuento clásico es un malvado embrujo el que somete a la princesa, en esta ocasión la tesitura es tan diferente que obliga al espectador a preguntarse qué derecho tiene el príncipe azul a despertar a quien no sabe si quiere seguir durmiendo.
Tras varias décadas de travesía por el Universo, la nave Avalon tiene problemas. Su misión es cruzar media galaxia para llevar a un grupo de cinco mil pasajeros y doscientos tripulantes que yacen en hibernación hasta un nuevo planeta inhabitado donde formar una nueva colonia terrícola. Pero, por causas imprevistas, uno de los pasajeros despierta de su coma noventa años antes de lo que debía. Único habitante de la nave, después de un año de deambular en solitario por sus pasillos toma una drástica decisión: decide despertar de su hibernación a una compañera. Juntos deberán remediar los problemas tecnológicos del vehículo antes de que explote en el vacío espacial.
La premisa del filme ya de por sí bien valdría para engrosar el género del terror o, al menos, perfilar un thriller bien pertrechado, y no sólo por el claro homenaje que dedican al barman de El Resplandor. Chris Pratt, un mecánico que viaja en la tercera clase de este Titanic espacial, se enamora en sus horas de soledad de la inerte Jennifer Lawrence y toma la decisión de despojarla de todos sus proyectos vitales única y sencillamente para que le haga compañía. Ella, que no es consciente de que su secuestro es premeditado, poco a poco va aceptando el destino que le espera: morir de vieja en el viaje interplanetario sin mejor compañía que su captor y sin poder cumplir su sueño de trascender como periodista.
No obstante, el tono del filme dista mucho de ser terrorífico. Alternada por varias escenas de acción donde corre peligro la nave en su totalidad, la historia se desarrolla principalmente en el ámbito de la comedia romántica, si bien con bastante poca química entre los protagonistas que, eso sí, no pierden ni un ápice de belleza en el metraje.
Las subtramas son detonadas por personajes desechables; la fotografía no destaca más allá de lo que a estas alturas resulta obvio en un filme de exploración espacial, y el ritmo se hace complicado de seguir en algunos momentos. No obstante, seguramente seduzca a quienes vayan buscando una historia de amor más que de conquista espacial, o a quienes tengan La Bella Durmiente entre los clásicos de su infancia.