


Un veterano policía rural es enviado a la ciudad a realizar un trabajo rutinario. Tiene que custodiar las evidencias de un caso, poco más. No suele ir mucho a la ciudad, pues en cierta forma se trata de un espacio que le trae a la mente sus viejos demonios. Porque él fue policía allí en una vida anterior. Una vida que no quiere recordar. Sin embargo, como presa de una maldición, la ciudad parece presentirle.
Una serie de feminicidios están teniendo lugar, y guardan mucha similitudes con los crímenes que, en el pasado, embrujaron la mente del viejo policía. Ahora lo lleva todo un detective joven, formal, religioso. Nada que ver con él, ni en sus mejores momentos, o quizá sí. Quizá todo. Está casado, tiene dos hijas pequeñas, y es alguien mediático, pues suele dar las ruedas de prensa del departamento. El veterano no quiere saber nada del asunto. Él sólo ha ido a cumplir un objetivo de poca importancia, nada más. Pero su fama le precede; su fama de buen policía.
El detective que está ahora al mando le invita a acompañarle. No lo va a decir en voz alta, pero en cierta forma siente admiración y curiosidad hacia el veterano. Quizá sea consciente de que se trata de una versión de sí mismo, en cierta forma; y el veterano no puede reprimir su instinto ante un caso que se parece mucho a aquel que dejó sin resolver. Aquel que le atormenta.
Thriller de corte tradicional fundamentado en la clásica pareja detectivesca, el asesino en serie sin motivo aparente que facilite su detención, y el juego de pistas, falsos culpables y cadáveres de niñas desnudas tendidas sobre la mesa de un forense de vuelta de todo.
Thriller de corte tradicional fundamentado en la clásica pareja detectivesca, el asesino en serie sin motivo aparente que facilite su detención, y el juego de pistas, falsos culpables y cadáveres de niñas desnudas tendidas sobre la mesa de un forense de vuelta de todo. A la hora de coleccionar clichés, los tiene todos, incluyendo los desvaríos de la noche de Los Ángeles con sus garitos de bajo fondo y sus burdeles de neones brillantes. El villano, o eso parece, es un Jared Leto en el papel que mejor le sienta: el de perturbado.
Si bien uno de los rasgos del noir más puro es que prima una ambientación enclaustrante por encima de los detalles del relato, lo cierto es que la obra de John Lee Hancock se pasa de frenada. La resolución logra el difícil mérito de resultar a la vez predecible pero por completo ilógica, en una carrera hacia el absurdo que solo hace crecer y crecer.
Sin embargo, las resonancias del thriller noventero están bien planteadas, y puede ser una buena opción para los fans del David Fincher o del Jonathan Demme de aquella década. Los intérpretes realizan un juego de introspección que termina resultando interesante, y la narración consigue engatusar a lo largo de todo su recorrido.