Oye, pues muy bien. Una entrega de premios en lunes. La antesala de los Goya, y tal. Bien, bien. Sí.
Por si no se han enterado, anoche, mientras ustedes veían las novedades televisivas y se daba el pistoletazo de salida a Madrid Fusión, la Asociación de Informadores Cinematográficos de España entregaban los llamados Premios Feroz, con gozo, alboroto, y botellas de vino.
¿Qué son estos premios? Pues ni idea. Sí. Ni idea. Son nuevos. O al menos nunca se habían dado antes. ¿Los ganadores? Sacristán el honorífico, David Trueba guión y dirección (Vivir es fácil con los ojos cerrados), actriz Marián Álvarez (La Herida), actor Antonio de la Torre (Caníbal), Terele Pávez y Mario Casas por mejores secundarios (Las Brujas de Zurragamurdi), Victor Reyes por su música original en Grand Piano, mejor trailer por Los amantes pasajeros y Gente en sitios, el premio especial para Daniel Castro por la —magnífica— Ilusión, mejor drama para Stockholm, y mejor comedia —y mejor cartel— a 3 bodas de más.
Supongo que habrán adivinado ya mi opinión al respecto de la ferocidad. No me inspira lo más mínimo. De hecho ni siquiera vi la gala. ¿Por qué? Pues quizá porque la habían programado un lunes ?¿?, o quizá porque, simplemente, creo que este tipo de premios sirven más a Gas Natural, patrocinadora del tema, que al cine en general. ¿Los motivos? Por partes.
En primer lugar, me indigna sobremanera que entre la categorías premiadas no se incluya ni mejor fotografía ni mejor montaje ni mejor producción. Como lo oyen. Las premiadas son las elegidas. Como si la fotografía no aportara nada al cine; como si el montaje no tuviera nada que decir en la realización cinematográfica; como si los productores no existieran. ¿Pero estos premios son de cine o de qué son? Según parece los da la una asociación de críticos cinematográficos, ¿no? Nada, nada. Aquí se premia a los que tienen cara, a los guapetes, a los que son conocidos y rentabilizan la inversión… y a los guionistas, vale, que si no iba a ser muy descarado.
Porque ¿quién conoce a los montadores? Nah, esa gente no se sabe ni lo que hace. ¿Quién le pone cara a los directores de fotografía? Tira, tira, tira… que esos solo hacen lo que manda el director; no tienen creatividad. No como los actores… esos sí que saben. Y sácamelos bien, que son los que la gente conoce por la calle. ¿Y los productores? ¡Esos ni nombrarlos! Premiamos la película, la comedia, el drama, los actores, los guionistas, el trailer, la música y el cartel. Lo que ve y oye la gente, vamos. #tremendaeinjustaironía
Lo segundo que me enerva es la pantomima de presentarlos como «la antesala de los Goya», como los «Globos de Oro» españoles. Así, por imitación de los gringos, que son los que inventaron el cine*; y dentro de unos años, cuando llevemos ya varias ediciones, defenderemos el asunto con nuestro chovinismo patrio habitual: donde estén los Feroz que se quiten los Globos esos, y que los patrocine Campofrío. *Ya, ya… ya sé que el cine lo inventaron unos franceses, pero es que los franceses no tienen el glamur de la alfombra roja —aunque tengan su cine como oro en paño, se enseñe en las escuelas, se financie como Dios manda y tenga impuestos reducidos—, puestos a copiar, copiemos a los grandes.
La cosa es: ¿para qué copiar? Pregunto. En nuestro país tenemos muy buenos festivales con prestigio y solera que no se emiten por televisión —ni siquiera por Paramount Channel, como el evento de anoche—. Puestos a patrocinar, ¿por qué no patrocinar eso? ¿por qué no darle bombo al tema? Oye, San Sebastián, Sitges, Seminci, Málaga, Iberoamericano y muchos otros darían para mover bastante nuestro cine, ¿no? Ah, ya, que ninguno es antesala de nada, ni se hacen en invierno… Comprendo. Hay que promocionar el cine en la época de vacas flacas.
Por último, si algo me molesta del asunto de los premios es la fragmentación y el reconocimiento. Ya no es que no se tenga en cuenta el trabajo de los montadores o directores de fotografía; es, sencillamente, que se da preeminencia a la labor de unos elementos por encima de los demás, y de manera aislada. Se le entrega el premio, por ejemplo, a la mejor actriz, como si la labor de la actriz se pudiera valorar independientemente de la del guionista que ha puesto palabras en su boca; de la del director que ha marcado el ritmo de su actuación; de la del director de fotografía que la ha iluminado correctamente, o también, por qué no, del montador que ha cortado los retazos de interpretación y los ha contextualizado en un conjunto con sentido retórico. ¿Mejor actriz? Hablar de mejor actriz, actor o director es como criticar un plato valorando uno por uno los ingredientes: «y el premio al mejor fumet es para el de Pepito, por el bacalao al pil pil».
Pero bueno, dicho todo esto, supongo que el cine español necesita de este tipo de reclamos y promociones para generar lo que los modernos llaman hype. Ahora los Goya, que son dentro de poco, tienen un poquito más de morbo y podemos mover un pelín mejor nuestra paupérrima industria. Unos premios siempre son algo muy positivo, se entreguen a quien se entreguen. Hay movimiento en la prensa, fotos, vestidos, contactos… ya se sabe. Movimiento. La gente rememora los estrenos del años, vuelve a ir al cine si los reponen, se los descargan los alquilan vía internet… En fin. Que es necesario, tal y como está la cosa, que haya cierto movimiento.
Lástima que no haya sido tan feroz como esperaban.