


Perdida la guerra civil, un grupo de maquis espera la llegada de una invasión republicana desde la Francia no ocupada por el nazismo para liberar España del yugo franquista. Para facilitarla, Anselmo y sus hombres participan en diversas escaramuzas contra el ejército español. En una de ellas, mientras preparan la voladura de un puente, la mala suerte hace que la explosión les pille entre los dedos al tiempo que son atacados por las fuerzas del régimen. El resultado, desastroso. Varios muertos, algún capturado, y Anselmo quedándose completamente sordo y a su suerte en mitad del monte.
Pasan los días y el hambre y la necesidad aprietan, por lo que Anselmo se arriesga a bajar al pueblo y pedir cobijo a su antigua novia, ahora esposa de su mejor amigo. Un amor imposible renacerá entre ellos mientras la situación del maqui se agrava: está cada vez más débil y sus enemigos se vuelven cada vez más sofisticados y peligrosos. La única forma de comunicación que tiene con su colaboradora es la hija pequeña de ella, única en la familia que sabe leer y escribir, y a través de la cual puede comunicarse con su cuidadora, enterarse de la suerte de su compañero capturado o percatarse de que, efectivamente, no va a llegar ningún ejército salvador desde el otro lado de los Pirineos.
El cómic original en que se basa la película, de David Muñoz y Rayco Pulido, presenta un dibujo parco y escueto, casi esquemático, sin color ni excesivas sombras; un trazo somero y comedido para narrar una historia cruenta de guerra sin esperanza. La película juega justo a lo contrario. El aire de western tremendista atosiga una historia narrada con altibajos de ritmo y licencias a menudo gratuitas. De todas ellas, quizá la más aberrante sea la incursión de una improbable francotiradora soviética al servicio de las tropas franquistas; personaje que combina el cliché con el pastiche y que se diría sacado directamente del cómic —si acaso apareciera en la obra original—.
Pese a ello, la exageración se digiere bien gracias a una fotografía cuidada que apuesta por la espectacularidad de la violencia; un plantel de intérpretes que se entrega a la causa transmitiendo verdad y tragedia, y, sobre todo, un magnífico trabajo de diseño de sonido que logra meter al espectador en la circunstancia del protagonista al alternar el barullo de las batallas con el más claustrofóbico de los silencios. La historia, igualmente, deja poso en su retrato de una contienda fraticida sin posibilidad de redención ni esperanza.