


Todo género cinematográfico se sostiene sobre una serie de constantes y patrones narrativos que en el acervo común distan muy poco —o nada— de aquello que entendemos peyorativamente como «cliché». El aspecto negativo que se asocia al término no quita que, en el fondo, sean precisamente aquéllos los que el espectador tiene en mente cuando compra la entrada en la taquilla y, en cierta forma, lo que está esperando ver. La última entrega de la franquicia galáctica —que es un género en sí misma— cuenta nada menos que el capítulo octavo de una historia que arrancó hace cuarenta años. Obviamente, se trata de un festival de clichés. Y afortunadamente.
Los últimos Jedi tiene todos los elementos por los que un fan está dispuesto a sentarse dos horas y media en una sala de cine; cuenta con las consabidas alusiones y homenajes a las anteriores entregas de la saga; baila con los mismos fundamentos de siempre y es fiel a la tradición de introducir en el mercado nuevas figuritas, juguetes y memorabilia. Pero aun así sorprende.
El director y guionista Rian Johnson ha sido capaz de aderezar el clásico con nuevos sabores que de pronto lo han hecho novedoso e interesante. Las viejas normas que rigen la Fuerza desvelan matices desconocidos; los maniqueos personajes que Lucas esbozó en términos de luz y oscuridad ahora se mueven en la penumbra de los grises y, lo que es mejor, las ideas preconcebida de aquellas tramas mil veces contadas se ven subvertidas en giros que pillan a contrapié al espectador resabiado.
El filme combina el humor con la profundidad de un elenco coral donde pocos integrantes se quedan sin desarrollo —quizá a sabiendas para nutrir futuras secuelas y spin-offs—. La peripecia está plagada de virajes y sorpresas que pervierten la idea preconcebida y terminan llevando la película hacia derroteros ignotos para nada esperados. Los nuevos secundarios desbordan la pantalla —queremos saber más del personaje de Laura Dern; queremos viajar en la nave del contrabandista que encarna Benicio del Toro—. Los personajes clásicos juegan la baza emocional con pleno conocimiento de su potencia: Luke, dubitativo maestro jedi; R2 y C3PO apelando directamente al origen de la saga, o Leia, que tras el paso a mejor vida de Carrie Fisher ha alcanzado el aura que sobrevive a las leyendas del cine.
En definitiva, un filme que da un pasito adelante a la hora de renovar la franquicia y que deja un regusto más de reinicio que de pieza intermedia.