


Comenzamos el año y el azar ha querido situar a Michael Fassbender en la cartelera con dos títulos a la vez. El primero es el clásico de Shakespeare Macbeth, historia sobre la ambición desmedida y la traición a los más leales amigos. El segundo es la biografía sobre el fundador de Apple Steve Jobs y, a decir verdad, lo cierto es que ambas historias guardan alguna que otra semejanza.
Quizá la primera y más evidente es la alusión al mundo del teatro. Como si de ensayos dramáticos se tratasen, el director Danny Boyle localiza toda la acción entre las bambalinas de las que probablemente fueran las presentaciones más famosas que hiciera Steve Jobs en la década anterior al iPhone: la presentación del primer Macintosh, la del NeXTcube —proyecto en el que trabajó una vez fue despedido de Apple— y la presentación del iMac G3 de 1998. Sólo en el clímax de la película el Jobs de Fassbender sale a la luz del sol para darse cuenta de la realidad que niega durante todo el metraje.
Inmerso en la tramoya de sus famosas puestas en escena, un Jobs de distintas edades tiene que lidiar, minutos antes de salir al escenario, con los problemas derivados de su propia vida: la hija que se niega a reconocer y su madre, los altibajos de su relación con su primer socio Steve Wozniak (Seth Rogen), las tiranteces con el consejero delegado de Apple John Sculley (Jeff Daniels) y el trato con los periodistas, empleados y todos los demás técnicos que hacían posible tanto la parafernalia como llevar a cabo sus visionarias ideas.
Cruces de diálogo soltados al vuelo entre el quijotesco ir y venir del protagonista en ajetreados paseos ensayo arriba y abajo
El laberíntico entramado de pasillos y camerinos circundantes al escenario sirven al guionista Aaron Sorkin para dejar una vez más la impronta de su estilo plagado de cruces de diálogo soltados al vuelo entre el quijotesco ir y venir del protagonista en ajetreados paseos ensayo arriba y abajo. En esta ocasión, una somera Kate Winslet da la réplica al esquivo Fassbender, situándose al tiempo como testigo y cómplice tanto de sus aciertos en lo empresarial como de sus errores en lo personal.
Quienes vayan deseosos de vislumbrar la historia de la compañía de la manzana expresada en imágenes no va a encontrar más que referencias resumidas en bloques de montaje entre tercio y tercio. El relato se focaliza en el aspecto más íntimo y personal de un Steve Jobs endiosado, prepotente, temperamental y de difícil trato que, no obstante, termina engatusando a la audiencia pese a ser mal padre, mal amigo y mal jefe. Quizá por ello no es de extrañar el rechazo y la polémica que ha causado la película entre los círculos más cercanos al fundador de Apple, llegando a propiciar algún que otro encontronazo dialéctico entre el guionista y el actual CEO de la firma, Tim Cook.