Emma parece estar ya cansada de fingir que su matrimonio va bien. No obstante, en su aniversario de bodas, está dispuesta a hacer alguna concesión. Especialmente esta vez, pues su marido parece estar esforzándose en conseguir que sea inolvidable. Por ello, Emma decide disculparse ante su amante para ir a cenar con su esposo. Luego él la lleva a la casa que tienen en el lago y, a pesar de ser pleno invierno y estar todo congelado, él se ha encargado de que todo esté cálido y acogedor. Cualquiera diría que quiere reconquistar a su mujer. Por la mañana, el romance parece seguir. Ella despierta y se lo encuentra sentado en la cama a su lado. Le sonríe. Él entonces se encadena a ella con unas esposas y se vuela la tapa de los sesos.



Till Death es un thriller macabro. Encadenada al cadáver de su marido, Emma poco a poco irá descubriendo las trampas que le ha ido dejando él para que ella no pueda escapar de allí. Ha saboteado el coche, se ha desecho de los teléfonos… incluso se ha ocupado de que ella no encuentre ropa con la que abrigarse en mitad del paraje invernal. Y, por si fuera poco, ha contratado como sicario a un exconvicto que en el pasado trató de agredir a su mujer, y que no tarda en presentarse en el lugar con funestas intenciones.
La premisa, aunque algo rocambolesca, resulta sorprendente e interesante, en un plano tanto verosímil como metafórico: una mujer en un paraje inhóspito, sobre cuya vida se cierne una imparable amenaza, y que tiene que lograr salir adelante arrastrando el peso muerto de su matrimonio. La peripecia, del mismo modo, resulta de lo más entretenida: la casa del lago solo tiene un pequeño garaje y una caseta para guardar una lancha de pesca, inservible con el agua helada. Con esos pocos recursos el director S.K. Dale logra exprimir al máximo el juego del gato y el ratón. No obstante, el film tiene un problema que lo lastra desde el comienzo, como el mismo peso muerto que arrastra la protagonista.
De hipnótica mirada y belleza incuestionable, Megan Fox, conocida por éxitos de taquilla como Jennifer’s Body y Transformers, carga sobre sus hombros la responsabilidad de sostener una trama que, al menos durante buena parte del metraje, sólo cuenta con un personaje (vivo) y una localización. Por desgracia, el resultado no es tan bueno como cabría esperar. Inexpresiva la mayor parte del film, la seis veces nominada a los premios Razzie —los antióscars— apenas logra transmitir un ápice de emoción ante la lista de desgracias que le van sucediendo.
Pese a todo, la película, que claramente juega a ser un producto de consumo rápido, puede hacer pasar un buen rato al público con ese juego de escondite mortal que desarrolla, a lo Solo en casa, especialmente a partir de su segunda mitad.