Decía la mítica Blanche Dubois, personaje nacido de la pluma de Tennessee Williams y encarnado en la pantalla por la inmortal Vivien Leigh, que ella siempre había confiado en la bondad de los desconocidos. Se lo decía, en concreto, al doctor encargado de llevársela interna a un psiquiátrico, después de que el intento de violación de su cuñado le produjera el colapso mental definitivo.



Blanche, a pesar de lo que quiere aparentar en Un tranvía llamado Deseo, está viviendo su mayor decadencia personal y emocional embargada por el alcoholismo. Es, por tanto, muy lógico recordar al personaje después de ver la interpretación de Andrea Riseborough de Leslie, una madre soltera texana que ha tenido la suerte —o la desgracia— de ganar la lotería.
El film, basado en una historia real, nos presenta a la protagonista en su momento de decadencia. El dinero del premio hace tiempo que se esfumó, malgastado en fiestas y alcohol, y ahora ella es desahuciada del pequeño apartamento donde vive. Sin otro lugar al que ir, pide ayuda a su hijo, con quien hace tiempo que no tiene mucho contacto. El joven trabaja como obrero de la construcción en otra ciudad, y le pone una única condición a su madre: puede vivir con él siempre que renuncie a la bebida. Tras prometerlo, lo siguiente que hace ella es robarle dinero y comprar una botella de vodka.
De nuevo sin lugar a donde ir, su hijo pide ayuda a viejos amigos que la acogen durante un tiempo; siempre con la misma condición que ella siempre incumple. El ciclo trágico no parece tener un fin positivo. Pasa alguna noche al raso en los exteriores de un motel de carretera que no puede pagar, y del que también es expulsada. No obstante, quien parece ser gerente del motel termina apiadándose de ella y, fingiendo confundirla con una demandante de empleo, le ofrece un puesto en su humilde establecimiento limpiando habitaciones y lavando sábanas. Aunque no parece que sus adiciones vayan a permitirle una relación laboral muy estable.
Narrada con el aura indie de las películas pequeñas, To Leslie es una obra que no parece enfocada al circuito del cine más comercial ni que vaya aparejada con la potencia de las campañas enfocadas para la obtención de grandes premios. De ahí que la nominación de Riseborough al Óscar en la misma categoría que Cate Blanchet por TÀR, Michelle Williams por Los Fabelmans de Spielberg, Ana de Armas por Blonde o Michelle Yeoh por Todo a la vez y en todas partes suponga un mérito ya de por sí destacable. Solo ya por eso merece la pena pasar por la sala para conocer a la singular Leslie.