


El —ya— pasado verano, el canal Cosmopolitan ha traído la adaptación televisiva de la novela Picnic on Hanging Rock, de la escritora australiana Joan Lindsey. La historia aborda cómo una misteriosa desaparición da al traste con el ecosistema humano de un colegio femenino a comienzos del siglo XX. Su fuerza o, al menos, gran parte de ella, reside en un intrigante final que —cuidado spoiler—, no soluciona el conflicto. Quizá porque no hace falta.
Todos lo saben, la última película estrenada por el director Asghar Farhadi, narra una historia lejanamente parecida. Laura (Penélope Cruz) viene a España desde su hogar en Buenos Aires para asistir a la boda de su hermana. Trae consigo a sus hijos y deja allí a su acaudalado marido (Ricardo Darín) que tiene que atender compromisos laborales. La boda se celebra en su localidad natal, un pequeño pueblo manchego que se ha volcado con la fiesta. Nada más llegar, Laura se reencuentra con su familia, con su avejentado padre y con un amor de juventud encarnado por Javier Bardem. La ceremonia y su posterior celebración sigue todas y cada una de las pautas tradicionales de cualquier boda española. Salvo, claro está, porque durante la fiesta la hija adolescente de Laura es secuestrada.
La desaparición de la joven y las condiciones del rescate sacarán a la luz las inquinas y rencillas ocultas bajo los adoquines de la localidad. Disputas antiguas, conflictos de lindes y emociones soterradas conformarán un melodrama enturbiado por cierto tono de thriller rural.
Quizá lo que más ha llamado la atención de Todos lo saben ha sido la extraordinaria capacidad de su director para retratar con tanto acierto la cultura y la atmósfera de un pequeño pueblo de la meseta castellana. Curiosamente, el ganador del Óscar Asghar Farhadi, actualmente uno de los principales exponentes del cine iraní, no habla ni una palabra de español. Y, sin embargo, el filme transpira realidad por los cuatro costados.
No cabe duda de que parte del mérito lo aporta el excelente elenco de intérpretes que se dan cita en la película.
No cabe duda de que parte del mérito lo aporta el excelente elenco de intérpretes que se dan cita en la película. Cruz, Bardem y Darín ofrecen un derroche interpretativo que no deja atrás al buen hacer de un plantel de secundarios de lujo. No obstante, el logro no reside solo en sus aportaciones. El director, que también firma el guion, ha sabido condensar el conflicto humano en un horror tan genuinamente local como innegablemente universal.
Y ahí el principal problema: en su afán de seguir los condicionantes del thriller, el drama se ve suspendido y entrecortado; abocado a un final resolutivo tan flojo y mal llevado, que el espectador sale preguntándose por qué no habrá hecho el director como hizo Joan Lindsey con el final de su Hanging Rock.