En una noche particularmente tontorrona, las Tortugas Ninja salían de sus caparazones por primera vez. Todo comenzó como una broma.
En 1983, una noche de trabajo, los jóvenes Kevin Eastman y Peter Laird crearon unos personajes llamados a convertirse en iconos culturales. Ni lo imaginaban. Eastman quería hacer reír a su compañero de estudio —los dos formaron Mirage Studios, cuyo nombre tiene relación con que era un espejismo ya que el estudio estaba en el salón de casa de Laird— y dibujó un boceto de una tortuga con un antifaz y unos nunchakus. Le encantaban los productos de artes marciales, era un fan absoluto de Bruce Lee, y creyó que combinar un animal tan lento como la tortuga con el sigilo y la rapidez ninja era divertido. A Laird le encantó y también preparó su versión. Ambos rieron a carcajadas mientras dibujaban tres más. Kevin escribió Ninja Turtle y Peter añadió Teenage Mutant y así crearon el logo. Se fueron a dormir después de pasar un rato divertido dibujando algo diferente.
A la mañana siguiente se despertaron aún con los quelonios en sus cabezas. Los dos habían estado pensando toda la noche en la posibilidad de contar la historia de estos personajes, quiénes eran y cómo habían llegado a serlo. Las mejores ideas surgen así y hay que continuar con ellas cuando se cree en el potencial. Eastman y Laird lo hicieron. Se pusieron manos a la obra. Uno aportó 250 dólares, el otro, 500 dólares que le habían devuelto de los impuestos. Además, el tío de Kevin les prestó 1.000 dólares más y con eso realizaron la primera edición del primer número, que vendieron al completo en un tiempo récord, aunque no lo hicieron con esa pretensión, tan sólo deseaban realizar algo que les gustase a ellos mismos. Había nacido un fenómeno en forma de cómic autoeditado que se haría aún más fuerte gracias a la serie animada de televisión de CBS y a los juguetes de Playmates.
[Tweet «En el origen de las Tortugas Ninja se aprecian referencias al Daredevil y al Ronin de Frank Miller»]
En el primer número, publicado en 1984, decidieron realizar una parodia de sus personajes favoritos y de sus autores predilectos. En el origen de las Tortugas Ninja se aprecian referencias al Daredevil de Frank Miller —el accidente con el camión y Matt Murdock, el maestro Splinter, similar a Stick, maestro del Hombre sin Miedo, el Clan del Pie, en lugar de La Mano…—, así como a su Ronin, también hubo referencias a Jack «El Rey» Kirby —autor favorito de ambos—. En aquella primera historia las Tortugas lucharían contra los Dragones Púrpura, revelarían su origen y sus nombres y se enfrentarían al villano más clásico de su galería: Shredder. Todo ello con sus características armas y con sus bandanas iguales: rojas —lo de los colores diferentes vendría más tarde, gracias a la serie de televisión, para que los niños pudieran identificar mejor a Leonardo, Raphael, Michelangelo y Donatello—.
Durante los años ochenta y los noventa la Turtlemanía lo inundó todo. Los niños jugaban con sus héroes en las alcantarillas mientras se enfrentaban en la pequeña pantalla a nuevos villanos como Krang, Bebop o Rocksteady; comían cereales verdes, ninja; escuchaban sus canciones; disfrutaban de las pizzas de Pizza Hut o cantaban en Ninja Rap de Vanilla Ice al tiempo que veían las películas en el cine, con esos trajes tan fabulosos creados por el legendaria Jim Henson y su Creature Shop.
En 1990 llegó la primera película de acción real. Un año después, vino la segunda con el subtítulo de «El Secreto de los Mocos Verdes», con los protagonistas enfrentándose a dos nuevos mutantes: Tokka y Rahzar —una tortuga maligna y un perro—. Las Tortugas Ninja III apareció en 1993, con los cuatro mutantes viajando en el tiempo al Japón feudal. Para 1996 tenían preparado el cuarto filme, que iba a titularse TMNT: The Next Mutation, en la que aparecería una quinta tortuga perdida: Kirby —que luego se reconvirtió en Venus de Milo, la tortuga femenina de la serie de televisión del mismo título—, pero nunca llegó a materializarse. Y las Tortugas Ninja caerían en el olvido cinematográfico hasta 2007, con una nueva película de animación digital con un tono más oscuro y cercano al material original de los cómics. Ahora, en 2014, llega la nueva versión de la franquicia, producida por Michael Bay (Transformers) y dirigida por Jonathan Liebesman (La matanza de Texas: El origen, Ira de Titanes o Invasión a la Tierra), en un año muy especial para las Tortugas Ninja ya que es su treinta aniversario.
[Tweet «Al principio las Tortugas Ninja eran iguales; después les dieron distintos colores a sus antifaces»]
Aunque esta película, que nace con la pretensión de ser una nueva franquicia en cines, ha contado con la participación y supervisión de Kevin Eastman, uno de los co-creadores de los personajes, ha despertado las suspicacias de los fans desde el principio, cuando desvelaron la intención de cambiar el origen y convertir a las Tortugas en alienígenas. Las alarmas se dispararon y pronto tuvieron que desdecirse. Al parecer todo había sido una equivocación y lo que querían decir desde la producción era que el origen del mutágeno —la sustancia que convierte a las pequeñas tortuguitas en aguerridos mutantes— era lo extraterrestre.
Después, cuando empezaron a desvelarse imágenes de los diseños, volvieron a crearse diversidad de opiniones. Al principio las Tortugas Ninja eran iguales, tan sólo diferenciados por sus armas; después les dieron personalidades propias y distintos colores a sus antifaces; más tarde ahondarían en las diferencias, yendo un paso más allá en la reciente serie de Nickelodeon en la que Leonardo es el más equilibrado, Raphael es más ancho y grande, Donatello es más alto y espigado, y Mickey es el más pequeño y aniñado. Ahora los cuatro son de un tamaño mayor al de los humanos, convirtiéndose en más monstruosos que nunca, con unas caras que intentan acercarse a las de las tortugas reales —con reservas— y continuando esas características físicas del producto televisivo. A mí, a nivel particular, no me parece desacertado que haya estas modificaciones. Es más, me gusta que cada uno lleve aperos propios en su indumentaria —gafas de sol, zapatillas, elementos de samuráis, mochilas tecnológicas que parecen sacadas del Ecto-1….—.
Esta nueva película viene respaldada por una gran acogida en Estados Unidos —en algunos de los primeros fines de semana desde su estreno consiguió desbancar a Los Guardianes de la Galaxia— y ya han confirmado su segunda parte para 2016. Con Megan Fox —que interpreta a April O’Neill—, Alan Ritchson (Raphael), Jeremy Howard (Donatello), Pete Ploszek (Leonardo), Noel Fisher (Michelangelo), Will Arnett (Vernon Fenwick, cámara de April), Danny Woodburn (Splinter), William Fichtner (Erik Saks, tecnólogo y aliado de Shredder) y Whoopi Goldberg (Bernadette Thompson, la jefa de April y de Vernon), formando un reparto variopinto en una historia repleta de acción y humor, a medio camino entre el tono de la serie de animación clásica y los cómics originales.
[Tweet «Lo que se espera de esta cinta es que sea fiel a la amalgama de ciencia ficción, humor y acción»]
Lo que se espera de esta cinta protagonizada por tortugas mutantes, ninja, adolescentes y con nombres de artistas del Renacimiento, es que sea fiel a la amalgama de ciencia ficción, humor, terror y acción que han reinado en todas sus encarnaciones. Todo ello sin tomarse demasiado en serio y con un toque de auto parodia. Con Michael Bay en la sombra, también habrá, sin duda, grandes dosis de explosiones y la posibilidad —y el miedo— de que ocurra como con su saga de Transformers y el resultado sea un producto de cine-espectáculo vacío, que poco tiene que ver con la imagen nostálgica que muchos espectadores y lectores tienen.
Esperemos que haya sentimiento de hermandad entre los protagonistas, que Michelangelo haga de las suyas, que Raphael reparta golpes a diestro y siniestro, que Leonardo intente liderar y poner orden, y que Donatello fabrique vehículos y armas para enfrentarse al Clan del Pie. Queremos ver una confrontación digna entre Splinter y Shredder; que Megan Fox no estropee a April y que Vernon aporte el contrapunto cómico al conjunto. Echaremos de menos a Casey Jones —igual hay alguna referencia— y a los Utrom —o los Kraang— y deseamos que en la segunda entrega aparezcan más personajes mutantes y referencias, sin desmerecer el espíritu de la creación que Eastman y Laird hicieron, a modo de broma, aquella noche de 1983. Todo ello al tiempo que los cuatro protagonistas degustan una deliciosa pizza, como hacían los autores con asiduidad —entonces no tenían dinero para comer otra cosa—, al grito de ¡Cowabunga!
Toda la historia de TMNT aparecerá en el primer monográfico del fanzine retro Back to the Culture, que saldrá en este mes de octubre.
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