Se imaginan que de pronto un día la televisión deja de tener audiencia. Imaginen. Se levantan una mañana, abren las noticias y el tema del día es ese: «Audiencia cero. Anoche nadie vio la tele». ¿Les parece imposible? Nadie, en toda España, viendo la televisión. Bueno, no es tan descabellado. Teniendo en cuenta que se miden las audiencias en función de lo que marcan los alrededor de cuatro mil hogares que tienen audímetro, bastaría que fueran esos —un número mucho más plausible que el de toda la población— quienes mantuvieran el televisor apagado para que el cómputo fuera cero. Cero patatero. ¿Imposible?
Hagan el esfuerzo. Un día las cuatro mil familias deciden hacer otra cosa: leer, cantar, jugar a los videojuegos, salir a cenar, ver una película por internet… y el consumo de televisión se hunde como el consumo del telégrafo. ¿Qué harían los programadores? ¿Qué harían los que manejan el asunto de la publicidad? ¿Qué harían los que hacen los contenidos?
Póngase por caso que la inmensa mayoría de la población prefiere el YouTube a la tele; las plataformas de pago a la televisión convencional; la TV a la carta frente al conformismo de a ver qué echan
Si los contenidos se adaptan a la audiencia, y de pronto un día se quedan si audiencia, ¿qué pasaría con ellos? Póngase por caso, así, imaginando en voz alta, que la inmensa mayoría de la población prefiere el YouTube a la tele; las plataformas de pago —que todavía no cuentan en audiencia— a la televisión convencional; la TV a la carta frente al conformismo de a ver qué echan. Imaginen que, de pronto, la inmensa mayoría de la población abandona el sofá familiar para ver Netflix en sus ordenadores. ¿Sería una catástrofe? ¿Sería impensable?
En la corte del Rey Sol se decía aquello de «el rey ha muerto, viva el rey», haciendo referencia con la paradoja a una continuidad insoslayable e impertérrita. A rey muerto rey puesto y todo sigue igual. ¿Se imaginan que, de pronto, se nos muere la señora de Cuenca y no hay nadie dispuesto a recoger la corona? ¿Se imaginan que, de pronto, los anunciantes se encuentran que todo el target comercial está en otros lugares ignorados hasta la fecha?
¿Se imaginan un mundo sin televisión? ¿Un mundo donde cualquiera pudiera elegir qué ver y cuándo verlo, tan sólo a golpe de click?
Yo me crié viendo la televisión. Mis padres también, aunque con mayor dificultad. Para mis abuelos fue una novedad a la que se acostubraron cuando la tuvieron, claro. Son muchos años de un modelo de consumo unidireccional e incontrolable como para cambiar ahora el paradigma a la ligera. ¿Videoclubonlaiqué? ¿YouTuber? Chuminás. La gente sigue haciendo lo mismo que sus padres y sus abuelos. Viendo la tele a la hora de la tele y comprando lo que ella anuncia. Lo del onlain ese es una moda. Ja.
¿Se imaginan un mundo sin televisión? ¿Un mundo donde cualquiera pudiera elegir qué ver y cuándo verlo, tan sólo a golpe de click? ¿Se imaginan el lío que tendrían encima las cadenas? ¿Cómo competirían? ¿Cómo lograrían dar a la gente lo que realmente quieren ver y, lo más importante, cómo lo facturarían? ¿Les parece un mundo imposible?
En algún momento del siglo pasado descubrieron que jóvenes y adolescentes eran los consumidores mayoritarios de cine. De ahí que se empezaran a hacer blockbuster tras blockbuster teniendo este público en mente. ¿No se han dado cuenta? ¿Cuál creen que es la edad media de los que fueron a ver la película más taquillera de los últimos años? ¿Y no les parece curioso que precisamente el cine esté muriendo ante la irrupción del pirateo digital? ¿Cuál creen que es la edad media de los que se descargaron el último episodio de Juego de Tronos? ¿Ven a dónde quiero ir a parar? ¿Se imaginan un mundo sin tele? ¿Están ya preparados?