El destino tiene estas cosas: caprichoso e impredecible, por definición. Hace muy poco han coincidido en el tiempo la triste desaparición de Tom Clancy, una «leyenda» del thriller de espías, y el «regreso a la vida» de otra: John le Carré —en este caso, maestro de maestros—, quien presentaba en sociedad Una verdad delicada, la última de las novelas de una carrera prolífica, que cuenta cinco décadas de feliz producción. Sirva esta entrada como homenaje a ambos y como apunte sobre las que me han parecido sus mejores obras
Bien es cierto que, tanto uno como otro, pueden considerarse autores de best-sellers. Pero, a diferencia de la triste tendencia actual, se trata de escritores «para la masa» pero responsables: se documentan hasta la extenuación y, a pesar de tratar el tema del espionaje, la seguridad nacional, la geoestrategia, la política y las operaciones militares, no pierden ningún anillo por viajar y entrevistarse con «fuentes» en el amplio sentido de la palabra —al menos en el caso del infortunado Clancy, le Carré es más introvertido y «casero»—. Sin una documentación sólida y un armazón bien fundamentado, la novela se viene abajo en dos capítulos, por mucha inverosimilitud, a lo Flemming, que queramos añadir a la historia. Puede gustarle a uno el género o no, puede parecerle más o menos afortunado un tema, un recurso o más o menos necesaria y extensa una subtrama. Clancy y le Carré son escritores de género negro y de espías con todas las letras. Y de quitarse el sombrero, además.
De Clancy es de lectura obligatoria la saga completa de Jack Ryan, desde La caza del Octubre Rojo (1984) hasta Threat Vector (2012), aunque esta última aún no la he leído y creo que no tiene edición en castellano. Además de la iniciadora de la saga, quizás les suenen por encima del resto, tanto Peligro Inminente (1989) como Juego de Patriotas (1987), debido a las adaptaciones llevadas al cine y protagonizadas por Harrison Ford —bastante aceptables, ambas—. Literariamente, toda la saga tiene «chicha» de la que sacar el jugo y, a pesar de contar con luces y sombras, es una delicia poder acompañar a Jack Ryan, el personaje principal, en su desarrollo como tal. Sin ninguna duda, los libros son entretenidos, correctos estilísticamente y, exceptuando pasajes en los que el exceso de detalle puede hacernos trastabillar en el seguimiento de la trama, con toda la tensión que el género exige. También son destacables la series Op Center y NetForce, de las que no es autor, sino «ideólogo», junto a Steve Pieczenic. Sin duda, su último trabajo, cuya publicación está planteada para Diciembre de este año y cuyo nombre original es Command Authority, va a venderse como caramelos a la puerta de un colegio.
También tengo ganas de pillar por banda lo último de le Carré. Con Una verdad delicada el escritor inglés —que no francés, su nombre real es David John Moore Cornwell— suma una muesca más en su dilatadísima carrera literaria. Aunque es harto difícil poder hacerse con todos los títulos —algunos están descatalogados— recomiendo vivamente la lectura de El espía que surgió del frío (1963) y El topo (1974) cuya adaptación al cine, a cargo de Tomas Alfredson, es excelente. Tampoco deben perderse El Sastre de Panamá (1996), El jardinero fiel (2001) —en esta ocasión pésimas películas, en ambos casos— y Un traidor como los nuestros (2010). Calculen el privilegio de, con la excusa de leer ficción, comprobar cómo ha cambiado nuestro mundo, muro de Berlín y telón de acero incluídos. Porque, bajo la apariencia de provecto y bonachón ancianete, se esconde una mente lúcida, un escritor de oficio y, casi seguro, un autor del gusto de los amantes de este tipo de novelas.
Si bien Ian Flemming, al que antes citábamos, es el más reconocido por el gran público, tras «parir» al espía por antonomasia, es un autor propenso a la «pirotecnia» y el recurso fantasioso, a las tramas inverosímiles y al desarrollo edulcorado y excesivo, casi infantil. Esto ha hecho de Bond, James Bond, un icono y a las obras protagonizadas por él, un subgénero en sí mismo. Sin embargo, de haber un escritor de «una de espías» con mayúsculas, ese es John le Carré. De Tom Clancy no podremos disfrutar más, por desgracia, aunque nos quedan sus obras. Esperemos que aún podamos disfrutar de John le Carré un poco más.