Hace poco les hablaba de la discutible —en calidad— trilogía de E.L. James, 50 Sombras de Grey. Les decía entonces que su éxito se debía, según mi criterio, a una deficiente educación sexual del grueso de la masa lectora y de una apabullante doble moral, en cuanto al sexo y sus derivados. No obstante, el desenfreno lector de páginas «hot» no termina aquí. La avalancha de obras eróticas continúa, para bien o para mal
Que le pregunten, si no, a Marina Ann Hantzis, más conocida como Sasha Grey —serendipias, ya ven—. Esta ex actriz porno se ha puesto a escribir y está «revolucionando» las librerías con La sociedad Juliette, un precario equilibrio entre el thriller, la obra de sociedades secretas, la conspiranoia —cuánto daño ha hecho Dan Brown— y el sexo salvaje y desenfrenado. El libro está protagonizado por Catherine, una chica normal que se introduce en la sociedad que da nombre al libro. Un conciliábulo secretísimo, a lo Grupo Bilderberg, donde los ejecutivos ricos y poderosos que controlan el mundo en la sombra, «jodedores profesionales de la humanidad», (sic) se reúnen para dar rienda suelta a sus fantasías inconfesables sin que salte el escándalo. ¿A que es un argumento intrincadísimo? [Risas].
De nuevo, calidad literaria deficiente, lenguaje rozando —y superando— la zafiedad y, más allá de eso… el vacío más absoluto, rodeado de morbo. Nada más. Entiéndame, no estoy en contra de la «literatura cochina», el porno ni el sexo en sí mismo, al contrario. Ni soy un puritano reprobador ni un sátiro incorregible, no de forma regular, al menos. Pero me sorprende que caigamos tan fácil en la trampa. Incluso la literatura erótica puede ser buena literatura y encender las hormonas lo indecible, sin que ambos extremos se repelan. El libro comienza como sigue:
Antes de que empieces a leer, dejemos las cosas claras. Quiero que hagas tres cosas por mí: 1. No te ofendas por nada de lo que leas a continuación 2. Olvida tus inhibiciones 3. (Y muy importante) A partir de ahora, todo lo que voy a contarte debe quedar entre tú y yo.
Ni siquiera como enganche, el recurso resulta atractivo ni novedoso. El libro no deja de ser un producto mediocre, sacado al abrigo de la popularidad de la saga de James, amparado por el atractivo de su autora —que está para partir nueces, sin tocarlas— y el «valor añadido» de poder verla, Internet mediante, en todo su esplendor y desnudez, llevando a cabo un amplio catálogo de perrerías sexuales, tras su paso por el cine para adultos. El libro es malo pero, a pesar de ello, se vende como churros.
Vamos a no joder la marrana, señores. Ya puede Sasha (auto) venderse como una «intelectual del porno», o gritar a los cuatro vientos que «quiere convencer a las mujeres de que ellas son las que tienen el poder» Este afán que nos ha dado por leer —mal— y calentarnos la entrepierna, con la excusa de «descubrir» que el sexo es algo bueno, sano y deseable, que los límites y prejuicios no son positivos, denota que somos muy simplones, muy inocentes o muy morbosos. O todo en uno. Si hace falta que una actriz porno nos descubra el sexo con un mal libro, me reafirmo en mi teoría de que se copula —y se lee— poco y mal, en este país.
Y, antes de terminar, si las mujeres necesitan reafirmarse con mala literatura para convencerse de que en el terreno sexual, entre sábanas, jadeos, pieles y salivas, son ellas las que llevan las riendas; si ahora resulta que no eres nadie en la cama si no eres un dominador/a o un dominado/a… el que necesita unas clases aceleradas sobre sexo, féminas, literatura y vida… soy yo.
Hace ya unas semanas me llegaba por fin un volumen de Archaeological Dialogues en el que participo sobre la figura del arqueólogo como intelectual. Un montón de artículos analizando la figura del intelectual, la posición de la arqueología como herramienta de análisis del presente y tonterías de esas… Entonces abrí el AS y me encontré con un enlace a Cinco Días en el que se llamaba a Sasha Grey «intelectual». Al principio me chocó, porque no me podía creer que se pusiera a esta muchacha al nivel de Foucault o Chomsky, pero releyendo mi texto sobre la Arqueología Pública como herramienta de opinión y acción en la sociedad contemporánea, me di cuenta de que cumple con todos los requisitos de nuestra sociedad para ser influyente y, sin influencia, no eres un intelectual. Pero, ¿eres un intelectual sólo por ser influyente?
Sasha Grey es dominada en la mayoría de sus escenas porno, no tiene el menor sentido crítico en su carrera como actriz y sus dos libros (que tiene dos, que yo sepa) son igual de mediocres. ¿Qué reivindica?¿Qué ofrece? Si lo que ofrece son calentones y desinhibición, entonces cualquier actriz porno de mediano prestigio es una intelectual, aunque sea de la sociedad patriarcal tradicional.
Cesar, yo sé que tú no eres así (o por lo menos nunca te he leído así). Pero mi crítica de hoy al periodismo va por darle una posición a gente que no se la merece, simplemente por ser ‘influyentes’ (lo mismo me vale para la mitad de las bazofias publicadas por gente de nombre en los últimos años). Quiero el próximo articulo sobre el fenómeno del Dinosaur Porn, que es la última tendencia en Amazon.
Pues yo me apunto contigo a esas clases aceleradas (en mi caso en lugar de féminas, de hombres), porque no es que no pretenda leer una de todas esas novelas por principios, sino que simplemente no me atraen nada. Mis lecturas (por supuesto) y mi vida sexual es mucho más divertidas, animada, culta si quieres, y «guarra» que todo eso.
Por otro lado, me joroba esta moda de ahora, como si la literatura erótica hubiera empezado a existir ahora. Olvidamos que en este país había (no sé si sigue existiendo) un «Premio Sonrisa Vertical» (bonita y elegante alusión a los genitales femeninos, por cierto) desde hace mucho tiempo. Vamos, que yo hace siglos leí «Las edades de Lulú», mucho más cochino, sin dominaciones y con más poderío «calentador».
César,menos mal que en este mundo en el que nos movemos no somos iguales,y yo me apunto a esas clases aceleradas jajajajjaaja contigo pero de literatura,no me seas mal ……besitos
Jaime, gracias por comentar. Sobre mi opinión a cerca de lo que es y no es un intelectual, de la falta que nos hacen y del poco respeto que les tenemos (y del nulo encaje que encontrarían en la sociedad actual) podría escribir mil artículos. Y sobre la ausencia de referentes… también. Por suerte para ti no te daré la brasa con ello y no es este el espacio adecuado.
Acertadísima tu crítica hacia ciertos periodistas y cierto periodismo. Crítica que suscribo. Créeme cuando te digo que hay un pequeño grupo de gente intentando cambiar las cosas, aunque no es fácil.
Y de lo de el «Dinosaur Porn» reconozco que no tengo ni la más remota idea. Pero no sé si quiero tenerla, sinceramente, porque pinta realmente chusquero. Un saludo
Hola Elena. Y gracias por seguirme y por comentar, también aquí. El que no te atraiga es (modestamente, opino) signo de inteligencia y madurez (intelectual y sexual). A mí «Las edades de Lulú» también me puso «como las cabras», en su momento. Vale que era adolescente y tenía las hormonas de aquella manera, pero no se puede ni comparar.
Creo que el premio «La sonrisa vertical» sigue existiendo, aunque hace mucho que no investigo sobre el tema. Y respecto de las modas… tranquila. Como ocurre con todas… pasará. Un saludo
Hola, Chus. Tu fidelidad abriga, como siempre. Gracias por pasarte por aquí. En la diferencia está la ganancia y es lo que nos enriquece a todos. Y no estoy yo para dar clases de Literatura, más quisiera 🙂 (De lo otro tampoco, no temas). Un abrazo
César, te quiero.
Hola, Hey!
Pues no está mal el comentario, breve a la par que intenso. Habría estado bien un poquito más de desarrollo del argumento, pero se acepta, tal cual viene. Un saludo. (Así da gusto escribir, sapristi)