


Corrían los locos setenta cuando un joven Michael Crichton visitó Disneyland y quedó fascinado por el trabajo de los animatronics de la atracción Piratas del Caribe. Inspirado por la experiencia, escribió una película que luego terminó dirigiendo acerca de un parque de atracciones para adultos donde los androides escapaban del control y mataban a todos los humanos. Años después cogió la misma historia, sustituyó los robots por dinosaurios y lo vendió al mundo como Jurassic Park. No obstante, el precedente perduró.
Westworld narraba la peripecia de dos jóvenes setenteros dentro del inquietante parque. Había tres épocas recreadas para divertimento de los participantes: el Imperio Romano, la Edad Media y el Salvaje Oeste; y todo estaba permitido, desde el sexo con mujeres-androide hasta freír a balazos a pistoleros-androide sin ningún tipo de remordimiento. La película, más bien aburrida y fuera de tono, fue un éxito en la época. Dio lugar a una secuela —Futureworld—, una serie de televisión en los años ochenta —Beyond Westworld— y nada menos que dos homenajes en Los Simpsons. Además, ostenta el reconocimiento de ser la primera película en incluir imágenes realizadas enteramente por ordenador, aunque el propio Crichton nunca quedó del todo satisfecho con su trabajo cinematográfico. ¿Y por qué traigo a colación esta antigualla? Pues porque ayer salió a la luz el primer sneak peak de la adaptación que está realizando la HBO.
Con Anthony Hopkins, Ed Harris, y bajo la batuta de Jonathan Nolan, el hermano con talento de Christopher, se presenta lo que desde fuera parece una adaptación acorde con los tiempos y con la fama que ha encumbrado a la cadena de pago por excelencia. Después de ver esos treinta segundos de angulares sobre el perfil de Utah y androides femeninas ligeras de ropa queda bastante clara la premisa, no lo vamos a negar, y, dejando de lado lo sexista del collage promocional, lo cierto es que la producción pinta bien. Pero tampoco podemos poner todavía la mano en el fuego y menos después de chascos como el reciente Wayward Pines, que también jugaba al tema de la granja de hormigas humana y tenía a sus estrellitas dirigiendo e interpretando.
HBO es capaz de dejar en la estacada a creadores encumbrados como David Fincher mientras abraza a one-hit wonders como Nic Pizzolatto
Por algún motivo, el aburrimiento que me producen todos los westerns realizados a partir de 1992 sólo es superado por el que me provocan, en general, todas las historias de robots. Sólo parece haber dos recorridos posibles: o el robot quiere ser humano o el robot se vuelve malvado. Y en ambos el desarrollo es exactamente el mismo: la máquina rebelándose contra los hombres. Ya saben, Skynet y toda la parafernalia. En esta ocasión no pueden jugar a otra cosa, la verdad, aunque, según se desprende de las sinopsis que se leen por ahí, parece que esta vez la narración se realizará desde el punto de vista de las máquinas y, mira, por ahí lo mismo tiene gracia.
Pero bueno, HBO juega sus cartas en el mercado actual, y el mercado actual parece que está copado en esta ocasión por revivals y robots. Estamos ante una cadena con libertad suficiente como para realizar alguna joya de vez en cuando y autoridad bastante como para dejar en la estacada nada menos que a creadores encumbrados como David Fincher mientras abraza a one-hit wonders como Nic Pizzolatto. Ellos sabrán lo que hacen.
¿Estará Westworld a la altura de las expectativas que está generando? El tiempo lo dirá. Por lo pronto parece que ha aprovechado el filón del olvido de su referente original que, por otra parte, le deja el listón muy bajo. Habrá que estar atentos en 2016.