


Mucho se ha hablado y se ha escrito sobre la importancia que tiene el filme Wonder Woman, especialmente por el hecho de estar dirigido y protagonizado por mujeres y por presentar un rol activo, protagónico y autosuficiente del género en la gran pantalla; algo cuya excepcionalidad, no cabe duda, ha sido y es una insoslayable injusticia. No obstante, en lo narrativo creo que la película no supone realmente ningún avance en este sentido más allá de mejorar la media del resto de producciones de la nueva hornada de la factoría DC —lo cual no era difícil—.
Ojo, no quiero decir con esto no sea loable que un filme de superhéroes se centre en una mujer y la muestre capaz, independiente y heroica; no quiero decir que no sea positivo que el rol de la mujer aparezca en la pantalla en un plano de igualdad —incluso superioridad— con respecto al hombre; ni quiero decir que no sean necesarios más papeles de mujeres protagonistas con este calado, éxito de taquilla y aceptación social. Todo esto me parece sin duda un enorme acierto, y sería digno de alabanza en la película. Pero me temo que no puedo reconocérselo por un motivo muy sencillo: Wonder Woman no es una mujer.
De hecho, no es siquiera una de las Amazonas con las que se ha criado. Wonder Woman es una semidiosa esculpida del barro y dotada de vida por Zeus para cumplir un determinado fin, y esto la sitúa en un rol diferenciado de todas las demás mortales —ya sean Amazonas o mujeres terrenales—, por encima de las que se posiciona de forma gravosa en el filme. La película, con guión de Allan Heinberg, parece que se esfuerza incluso en remarcar la diferencia contraponiendo a la heroína con las mujeres de verdad, siendo estas últimas apenas representadas por las víctimas de la guerra, la villana enmascarada o la desdibujada Etta Candy, personaje que carga sobre sus espaldas la única representación de su género con diálogo y que es más bien torpe, más bien cobarde y en todo caso doblegada a los designios de sus jefes varones.
Sentado en la sala me llegó a parecer el tema incluso insultante. Mientras que la villana es tildada abiertamente de «bruja» y es a la par temida y odiada por todos —incluidos sus secuaces—, la hercúlea protagonista causa admiración esquivando las balas en las trincheras sin más apero que su escudo —regalo de Zeus— y el atuendo de guerra de su pueblo que, según decidió un dibujante —varón— de cómics en los años cuarenta, consiste en una coraza-corsé palabra de honor con minifalda. El resto de soldados la miran embobados y se preguntan de dónde ha salido semejante criatura, como repudiando en el subtexto a todas las mujeres reales; como si la única mujer merecedora de su admiración, su respeto y camaradería —y de formar parte de la Liga de la Justicia— tuviera que ser, por lo menos, una diosa guerrera venida a la Tierra con el cuerpo de una concursante de Miss Universo.
En lo narrativo tampoco hay mucha mejoría. Wonder Woman viene al mundo con una misión y, simplemente, va caminando a cumplirla. Apenas se encuentra en su camino ningún obstáculo; apenas se tiene que enfrentar a ninguna decisión trascendental, y apenas se topa con nada que pueda retenerla toda vez que, como es sabido, es prácticamente invulnerable. El arco dramático de su personaje es plano como el horizonte: al terminar es exactamente la misma que al comenzar, sencillamente alguien que cree que hay bondad en el corazón de los hombres, y ya.
Mucho más interesante resulta la trama olvidada de su madre, la reina amazona Hippolyta, que sabe que su hija está predestinada a luchar contra el dios de la guerra para salvar a los hombres y no la quiere exponer a eso; más interesante resulta la trama del coprotagonista, espía durante la guerra que logra escapar in extremis para llevar un secreto a sus comandantes y que se ofrece para cumplir la misión que pondrá fin a la contienda, aun sabiendo que va a morir en ella; mucho más interesante resulta la trama de la general amazona Antiope, que adiestra a su sobrina en secreto en el combate a sabiendas de que su independencia y libertad dependerá en gran medida de ello…
Pese a todo, la película es correcta en su ejecución y su éxito es motivo de alegría. No sólo rompe el techo de cristal que condenaba a las féminas guerreras al fracaso taquillero, sino que además ha permitido sembrar un debate en las calles necesario. Y, oye, lo mismo a alguien le da por seguir la filmografía de la directora y descubre The Killing o Monster, mucho mejores que esta y con mucho más fundamento feminista.
Creo que la pelicula es la segunda peor producción de Dc/Warner tras El Amanecer de la Justicia.
Guion de servilleta, cromas y efectos del año 2002, buenos y malos de opereta, doblaje por debajo de lo esperado,aburrida y manida.
Actores que pasan por alli sin ningun sentido nada más que para cubrir la cuota etnica,al no aportar nada a la trama ni a la protagonista.
Trata de darle empaque y seriedad a una película que se sobrevalora cuando realmente no es mas que una presentacion de personaje mas parecida a un episodio de ABC que a una produccion cuidada y mimada.
Decepcion por una pelicula que se tilda a si misma de feminista y no pasa de ser una tomadura de pelopelo al tratar al espectador como un niño de ocho años.
Al menos el escuadron suicida tuvo la decencia de no tomarse a si misma en serio y guste o no transmite una sonrisa y una diversion por parte de los actores que esta pelicula no transmite.